Nuestro libro / Notre livre

La dama del lago (1888)

La dama del lago (1888)
John William Waterhouse

samedi 28 novembre 2009

2. Salvar el agua /Sauver l'eau Versión española

de Charlotte Alleau, Aurélie Boucher, Elise Rouillé et Miriam Idrisi Cao

Érase una vez una muchacha llamada Nina que vivía con su padre en la región de los grandes lagos. Su madre había fallecido hacía ya bastantes años, a causa de una grave enfermedad. Nina creció con su padre en una pequeña cabaña de pesca frente a un lago que a ella le gustaba particularmente. Nina adoraba el agua, pasaba horas en su barca. Le encantaba la calma que allí reinaba: escuchar el ruido de las olas y el salpicar del agua le confortaba. Nina tenía ya dieciséis años y se había convertido en una joven muy hermosa. Sus cabellos negros como el ébano caían graciosamente sobre su rostro infantil. En su padre, en cambio, se notaban cada vez más los años y sus facciones se iban marcando por el cansancio del duro trabajo. Se levantaba todos los días al alba para ir al lago y poder llevar algo a casa con lo que poder alimentarse. Sin el lago, no podrían sobrevivir.

Una mañana cuando su padre ya se había ido, Nina decidió tomar el camino del borde del lago para ir a ver a su amiga Loue. Caminaba por el sendero que conocía como la palma de su mano. El tiempo parecía detenido. El profundo silencio le pareció sospechoso, el bosque a su alrededor más denso y la luz más sombría. Escuchó un ruido, como un leve silbido. Nina se acercó al lugar de donde procedía aquella dulce melodía, todo parecía irreal. Movió una rama que le impedía ver y descubrió a una joven. Se aproximó unos pasos para ver mejor. No la conocía y jamás había visto algo semejante. Su extraña belleza la sorprendió. Su piel era pálida, de una extraordinaria belleza que recordaba el azul de los ojos de la joven. No parecía humana, cada facción de su rostro parecía directamente sacada de un sueño. No podía ser otra cosa que una ninfa.
Nina había oído hablar sobre las ninfas en las leyendas pero nunca había creído en ellas hasta hoy. Perdida en esos pensamientos, no se dio cuenta de que la joven había desaparecido. De pronto una mano se posó en su hombro, provocando que una ola de miedo la recorriera el cuerpo.
-“¿Me observabas? Si quieres saberlo, mi nombre es Aqua. Te esperaba…”- El terror y la fascinación se peleaban en el interior de Nina.
–“…Si, te estaba esperando, te necesito, necesito que me ayudes en tres cosas. A cambio de tu ayuda te daré lo que más desees. Pero respóndeme rápido, no tengo mucho tiempo.”Nina estaba perdida, todo iba demasiado rápido. ¿Qué la estaba pasando?

“-Pero, ¿Por qué yo? ¿No puedes hacerlo tú sola?”“-No, yo sola no puedo. Me quieren impedir realizar lo que quiero. Un hombre llamado Alan, me tenía prisionera y he logrado escapar, pero él me quiere encontrarme de nuevo lo antes posible.“-¿Por qué? ¿Qué quieres hacer?”“-Quiero impedir que destruya los lagos y ahora que estoy libre soy una amenaza para su propósito…”

2
¿Destruir los lagos? ¿Sus lagos? Aquella idea era difícil de asimilar. Los lagos eran para ella como la madre que tanto le había faltado. Con sus susurros, causados por el viento y la luna reflejada en ellos, se dormía por las noches, con sus aguas había compartido largas horas de juego. No, los lagos no podían desaparecer.
-“¿Qué quieres que haga?”-, preguntó con la voz temblorosa. Los dedos suaves de la ninfa se acercaron a Nina hasta enredarse en sus cabellos con dulzura. La piel pálida casi parecía brillar cerca del pelo ébano de ella.
-“Necesito tu cuerpo”-, respondió la ninfa en un leve susurro. Nina retrocedió unos pasos asustada. –“Si me lo entregas durante el tiempo necesario, no seré vulnerable a Alan y podré derrotarle”.-“Pero…pero, ¿quién es Alan?”-, preguntó Nina intentando encontrar un sentido a toda la información.-“Alan, es el espíritu del fuego al igual que yo lo soy del agua. Se ha vuelto ambicioso y quiere poseer bajo su mando todo lo que le rodea. Ha decidido destruir a todos los espíritus de la región y ya ha conseguido vencer al del viento por lo que el calor está aumentado. Si no le detengo me destruirá a mí también y los lagos que daban agua al espíritu de la tierra se secarán. Alan quedará vencedor dejando estas tierras desoladas y secas como un desierto”-. La melodiosa voz de la ninfa estaba bañada en una preocupación y una angustia casi palpable.-“No entiendo qué puede hacer mi cuerpo”-, preguntó Nina.-“Si yo entro en tu cuerpo Alan no me encontrará, no podrá destruirme y podré ir a buscar su alma para restaurar la parte dañada”-.
Todo era demasiado extraño y complicado Nina no entendía prácticamente nada de lo que la ninfa le estaba diciendo. Al ver su expresión, continuó. –“Todos los espíritus tenemos el alma escondida en un lugar secreto. Cuando olvidamos dónde la habíamos guardado, empieza a estropearse y hace que el espíritu que la poseía se vuelva malvado, debido a que en algún lugar su alma se va ennegreciendo. Yo sé donde está el alma de Alan y por eso me tenía prisionera, porque sabe que mi intención es salvarle de esa maldad que él ahora no comprende. Si no la limpiamos llegará un momento en que ese proceso se hará irrefrenable y Alan llegará mucho más lejos que secar estos lagos”.
Nina respiró hondo antes de contestar.-“Te dejaré mi cuerpo. ¿Cómo lo hacemos?”-“Lo primero que tienes que hacer es acudir al lago dentro de dos noches cuando la luna esté llena. Cuando la luna se refleje por del todo en las aguas sumérgete en ellas hasta quedar cubierta completamente. Entonces yo podré entrar en tu cuerpo”
Con un suspiro la bella ninfa terminó la frase y se evaporó dejando una estela que se deshizo en el lago.
3
Nina se quedó sola con la noche. ¿Había soñado? ¿Lo qué acababa de ocurrirle era real? Miró a su alrededor, ni rastro de la ninfa, ni de su conversación... Comenzó a recuperar el sentido de la realidad. ¿Qué había hecho? Darle su cuerpo a una ninfa de la cual no conocía su existencia apenas un día antes. ¿Tenía alguna razón para confiar en ella? ¿Recuperaría su cuerpo?Nina se dio cuenta de que había caído la noche, el tiempo había pasado increíblemente rápido. ¿Cuánto había estado con la ninfa? Su padre estaría preocupado, no había vuelto para comer y ella no solía demorarse mucho. Por las noches el bosque era peligroso y nadie se atrevía a adentrarse en él a esas horas.Nina echó a correr hacia su casa. Casi no sentía las piernas pero sólo el deseo de salir de aquel lugar la guiaba. Estaba asustada. Numerosas preguntas se agolpaban en su cabeza: ¿Por qué ella? ¿Qué la hacía mejor que cualquier otra persona? Solo tenía 16 años y desde luego no se sentía capaz de salvar los lagos. Las lágrimas comenzaron a caer, acariciaban su piel dulce y lisa y caían sobre el frío y oscuro suelo del bosque. Comenzó a vislumbrar las luces de su pueblo, esas luces que en esos momentos le resultaron tan reconfortantes. Llegó a la puerta de su casa prácticamente sin aliento. Sus lágrimas cesaron. Por fin estaba en casa.Su padre estaba sentado junto a la mesa, con un gesto de angustia en el rostro. Podía comprenderle…-Papá, estoy aquí.
Él giró inmediatamente la cabeza en su dirección. Con un movimiento brusco se levantó y la estrechó entre sus brazos. Por fin se sintió tranquila.Tras un breve silencio su padre comenzó a interrogarla.-¿Dónde has estado? Llegué a casa y no te encontré. ¿Qué hacías fuera a estas horas? He estado muy preocupado por ti. No vuelvas a hacerme esto.
Nina no supo que responder, de todas formas ella no podía explicarle la verdad, jamás la creería. Ni ella misma sabía como afrontar esta situación. Buscó rápidamente algo para explicarse, odiaba tener que mentirle.-Perdóname, papá, me quedé dormida esta tarde cerca del lago y cuando me quise dar cuenta ya se me había hecho muy tarde, no te preocupes estoy bien.No tardó en subir a su habitación sin cenar siquiera. Estaba agotada y las palabras de la ninfa sonaban en su cabeza sin cesar. “Lo primero que debes hacer es acudir al lago dentro de dos noches cuando la luna esté llena…” No tenía elección, le había dado su palabra, no debía echarse atrás, los lagos debían salvarse.La noche transcurrió agitada al igual que la siguiente. Nina había reflexionado durante estos dos días y había tomado una decisión: Iría al lago y le daría su cuerpo para proteger lo que tanto amaba.Estos dos días la habían vuelto segura de sí misma. No sabía a dónde le llevaría todo esto pero estaba preparada para la larga aventura. Podía sentir como la angustia la invadía pero no debía dejarse llevar por el pánico. Esperó a la oscuridad para que su padre se fuera a dormir. Los minutos parecían horas, pero Nina no vaciló.Finalmente la calma reinó en la casa, ni un ruido, sólo la fina brisa que movía las hojas de la calle rompía el silencio. Salió todo lo deprisa y silenciosa que pudo. Corrió hasta los lagos. El momento había llegado.Sintió el agua chapotear bajo sus pies, la luna lucía totalmente llena y toda la superficie del lago estaba iluminada , la vista era espléndida. Nina no se arrepentía de su decisión, por nada del mundo quería perder aquello. Era la hora, dejó sus cosas sobre la orilla, se quitó el abrigo y comenzó a penetrar en el agua.
4
Nina dudó un momento y antes de continuar, le gritó a la noche las palabras que iban dirigidas a la ninfa.
-¡Me dijiste que por ayudarte me darías aquello que más deseara y lo único que te pido es que hagas todo lo que puedas por salvar los lagos!
Sin pensarlo más siguió su camino. El agua no tardó en helarle los huesos, sintió como la ropa se pegaba a su piel, necesitó mucha fuerza de voluntad para hundir la cabeza.“¡No hay tiempo que perder!” Aquellas palabras resonaron en su mente como un grito, sintió que algo tiraba de ella hasta las profundidades del lago y comenzó a ahogarse. Nina se movió desesperada en un intento por salir del agua, pero pronto perdió el conocimiento.Salió del lago con paso vacilante, la ninfa se concedió un instante para reconocerse dentro de aquel cuerpo que no era el suyo. Por primera vez sintió frió, su cuerpo tembló al estar mojado y se asustó ante esa reacción ajena a todo lo que había podido experimentar. No quiso darle importancia. No debía darle tiempo a Alan a descubrirla. Corrió por el bosque con una agilidad que el cuerpo de Nina jamás habría podido concederle a su verdadera dueña. Los árboles se movieron inquietos a su paso, pronto una sombra comenzó a correr a su lado.-Nunca llegarás a ese ritmo.
Aqua no tardó en reconocer al espíritu de la tierra que se movía siguiéndola en su carrera.-No quiero que te metas en esto, debo hacerlo sola.-Sólo una pequeña ayuda.
Las ramas de los árboles cercanos comenzaron a cobrar vida entretejiéndose a la vez que una masa de barro subía por ellas dando lugar al cuerpo de un gran caballo. Multitud de hojas que momentos antes habían estado esparcidas por el suelo volaron hasta el animal cubriéndole tratando de simular su piel.-Monta en él.
Aqua sonrió a los ojos marrones del espíritu de la tierra que pudo ver entre los árboles. De un salto montó y en el momento en el que ella se sentó sobre su lomo cobró vida y comenzó a galopar.La rapidez sobrenatural del caballo no tardó en llevarla donde quería. Aqua bajó del caballo, el cuerpo de Nina tardó en responder y ponerse en marcha debido a que el viaje le había fatigado. Allí en medio del bosque, entre los árboles había una cueva cuya entrada había sido tapada por una pesada piedra. Apoyó las manos sobre ella tratando de moverla pero no cedió ni un milímetro. El caballo que permanecía a su espalda relinchó y la piedra brilló un leve instante y acto seguido se movió dejando espacio suficiente para que Aqua pudiese pasar.-Gracias una vez más, murmuró. Entró en la cueva, sus ojos tardaron un tiempo en acostumbrarse a la falta de luz. Caminó guiándose por sus manos que iban tocando las húmedas paredes. Solo el ruido de gotas que caían podía percibirse allí dentro. Tras caminar por el angosto pasadizo llegó a una zona más amplia cubierta por una laguna levemente iluminada por un rayo de luz que se colaba por una grieta. Respiró hondo, sabía que en cuanto tocase el alma de Alan este se daría cuenta y vendría a buscarla. No quiso pensarlo más y comenzó a caminar por el agua hasta que esta ya le cubría hasta el cuello, un paso más y no haría pie. No tenía mucho tiempo para alcanzar el alma, este nuevo cuerpo no podría aguantar mucho tiempo sin respirar. Cerró los ojos y se sumergió.
Joel, el padre de Nina, se despertó sobresaltado al escuchar golpes. Se levantó de la cama y se asomó por la ventana, fuera se estaba preparando una gran tormenta, en el cielo oscuro de la noche se acumulaban grandes masas de nubes que cubrían del todo el brillo de la luna. Decidió ir a ver como se encontraba Nina, por lo general, las tormentas no le gustaban mucho. Abrió la puerta de su habitación con cuidado y su corazón se detuvo por un momento al comprobar que su hija no estaba en la cama.-¡Nina!, gritó. No obtuvo respuesta. Se asomó una vez más a la ventana y comprobó que los golpes que había escuchado provenían de la puerta de la verja, que él estaba seguro que había dejado cerrada. Salió disparado a la calle siguiendo un impulso que le aseguraba que Nina había ido al lago. Lo último que deseó se cumplió en cuanto llegó a la orilla, todas las cosas de Nina esparcidas por el suelo. Las aguas del lago se movían furiosas y la lluvia le golpeaba la cara con intensidad, pero no le importó, desató su pequeña barca y comenzó a remar por el lago mientras los gritos llamando a su hija se los llevaba la tormenta.-Pensabas que escondiéndote en el cuerpo de una muchacha lograrías escapar de mí. Hoy será tu fin. Aqua no escuchaba las palabras de aquel ser oscuro que se erguía frente a ella. Solo trataba de hacerle reaccionar.-¡Alan, sólo tienes que recordar!
Suspendida a varios centímetros de sus manos, Aqua le mostraba a Alan una pequeña bola de fuego de un color negro oscuro.
-Yo la guardé aquí, para ti, porque así lo decidimos. Si tú la guardas podremos estar juntos siempre, me dijiste. Alan, nos amábamos. Pero tú te olvidaste de nosotros y cambiaste, si recuerdas todo podrá volver a ser como era antes.Amenazador se acercó a ella, en los ojos de Nina quedó reflejado el rostro sombrío de Alan marcado por una cabellera que semejaba llamaradas que se movían inquietas. Colocó las manos en torno a su cuello y Aqua comenzó a sentir como se le quemaba la piel.- Es tu alma, juntos la pusimos aquí.
Por un instante la presión de la mano de Alan fue menor y la ninfa comprobó conmovida como la bola de fuego iba cambiando de color tornándose cada vez más clara.
- Tu y yo, agua y fuego juramos que nos amaríamos y terminaríamos con el destino que nos enfrenta. ¿Te acuerdas?
Alan buscó a la ninfa en los ojos de aquella muchacha y la encontró. Bajó la mano con la que le apretaba el cuello y las lágrimas comenzaron a bajar por el rostro del espíritu del fuego y lentamente Aqua y él se acercaron hasta que sus labios se rozaron con dulzura.-¡Nina!
Joel lloraba y gritaba desde la pequeña barca, no pensaba rendirse. La tormenta arreció y la claridad de la mañana comenzó a asomar. Los primeros rayos de sol iluminaron algo en el agua. Joel remó con rapidez hasta acercarse.
- ¡Nina, mi niña!
Recogió del agua el cuerpo inconsciente de su hija y lo subió a la barca.
- ¡Vamos respira! ¡Nina!
Trató de hacer todo lo que alguna vez le habían enseñado para reanimar a su hija, pero ella no reaccionó. Derrotado se dejó caer sobre su cuerpo y sollozó sintiendo como él también se moría por dentro. De repente Nina comenzó a toser intensamente a la vez que expulsaba el agua que se había tragado.-¿Papá?,preguntó con la voz ronca.-¡Nina! ¡Dios mío, estás bien!
Joel la apretó con fuerza entre sus brazos.
- ¿Pero que te ha ocurrido mi vida? ¿Cómo se te ocurrió venir al lago con la tormenta que había?
Los ojos interrogantes de su padre la observaban al mismo tiempo felices por comprobar que se encontraba bien. Ella frunció el ceño, la cabeza le dolía intensamente, pero aquellas preguntas tenían tan pocas respuestas tanto para su padre como para ella.
-Realmente papá, no lo sé…

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