Nuestro libro / Notre livre

La dama del lago (1888)

La dama del lago (1888)
John William Waterhouse

dimanche 20 juin 2010

El Sr. Nutrio vivía en el Loira con su comunidad de nutrias y poseía una pequeña parte de la ribera. Vivía pacíficamente en armonía con sus colegas piscívoros y sus días se sucedían en una lenta monotonía. Era una nutria muy respetable, al menos de día...Sí, porque, por la noche, el Sr. Nutrio se transformaba en: ¡Dark Nutria, la nutria de la sombra! Entonces hacía cumplir la ley sobre su territorio y no toleraba ningún desmán. Todos le temían y sus músculos poderosos se reflejaban sobre las aguas tranquilas en el resplandor de los rayos de la luna.

Un día, los humanos llegaron desde la ciudad, con idea de construir una presa hidroeléctrica...sobre el territorio del Sr. Nutrio. En menos de un mes fue construida y funcionaba a pleno rendimiento. Nuestra intrépida nutria, indignada, reunió a sus compañeros de la fauna fluvial para organizar la rebelión...

- Queridos compatriotas, en este día en el que los humanos osan burlarse de nosotros en nuestro propio territorio, nos hemos reunido por una misma y única razón: la presa. ¡Esta presa que retiene los peces y contamina nuestro medio ambiente! ¡Si estáis aquí hoy, es para afirmar vuestro descontento!

Se produjo entonces un alboroto de voces y gritos histéricos. El Sr. Nutrio tenía aparentemente el apoyo del público, así que prosiguió:

- ¡Que los que se opongan categóricamente a esta construcción vengan conmigo, he puesto a punto un plan infalible...! ¡Ja, ja, ja! ¡Soy demoníaco! -añadió en voz baja, muy seguro de sí mismo.

Entonces nutrias, castores, coipos y otros animales palmípedos siguieron al Sr. Nutrio. Juntos, realizaron una gigantesca construcción, una terrible, una implacable máquina de destrucción masiva: ¡el NUTRINATOR! Esta máquina era capaz de agujerear el más duro material y funcionaba con aceite de girasol ecológico, no contaminante. Después elaboraron un plan diabólico, teniendo por objetivo destruir la detestable presa de los humanos.

Una noche, cuando los humanos dormían, la nutria de la sombra y sus fieles cómplices dirigieron el NUTRINATOR hacia la construcción…Todos los animales se colocaron alrededor del formidable aparato, junto a la presa, y contuvieron el aliento. El Sr. Nutrio dio la orden de destruirla, cuando de pronto, “VROOUUMM”, se oyó un gran estruendo: una de las compuertas se abrió y una tromba de agua cayó sobre el Nutrinator y lo arrastró río abajo. Mientras tanto el Sr. Nutrio y los palmípedos se fueron nadando hacia la orilla. Una vez en ella todos sintieron desmoralizados ya que su empeño había sido en vano. Regresaron a sus madrigueras esperando olvidar lo sucedido y deseosos de que comenzara otro día.

El Sr. Nutrio casi no pudo dormir por el disgusto y se levantó temprano, triste y desanimado. Cuando se asomó a la ventana vio que una espesa niebla cubría el bosque pero pocos instantes después se dio cuenta de que no era niebla, sino humo. Entonces, vio una estampida de animales. El Sr. Nutrio preguntó a un viejo ciervo: “¿Qué es lo que pasa?” y este le respondió que el bosque estaba en llamas.

Sin pensarlo un momento Nutrio llamó a todos sus amigos palmípedos y se dirigieron a la presa para ponerse a salvo. Una vez allí, todos los animales vieron que los humanos se afanaban por apagar el fuego pero, como casi siempre, estaban mal organizados y parecía que no iban a conseguirlo solos. Al Sr. Nutrio se le ocurrió la idea de desviar el cauce hacia las llamas, para así apagar el fuego. Pero no tenían herramientas para formar el nuevo cauce. Entonces, se le vino a la cabeza que el Nutrinator se encontraba estancado a dos o tres kilómetros de la presa. Tal vez podrían utilizarlo para desviar el cauce. Rápidamente se organizaron para ir en busca del Nutrinator.

Era muy pesado, tardaron horas en arrastrarlo hacia la presa, pero lo consiguieron. ¡Allí estaba el Nutrinator, listo para desviar el cauce…! Con infinito cuidado, nuestro héroe logró desviar una pequeña parte del río para apagar el fuego. El Nutrinator estaba resultando de una enorme utilidad.

Orgullosos de su hazaña, los animales fueron a socorrer a sus compañeros del bosque, pillados por sorpresa por el incendio. Lo que descubrieron sobrepasaba ampliamente su imaginación. Los árboles calcinados estaban la mayoría por el suelo, los otros se habían hecho cenizas y sus habitantes habían perdido sus madrigueras. Con su legendaria tranquilidad, el Sr. Nutrio envió a un grupo de zorros (sagaces detectives) en busca de la causa del incendio.Después empezó a subsanar los daños causados, ayudado por toda la comunidad.

Algunos días más tarde, incluso los árboles muertos eran evacuados, no sin la preciosa ayuda de los castores. Las pérdidas fueron estimadas en más de la mitad del patrimonio vegetal local.

Cuando volvieron los zorros, declararon saber de fuentes de toda solvencia que los responsables del incendio, aunque no de origen criminal, eran los humanos. El Sr. Nutrio, temiendo la reacción de sus congéneres, tomó la palabra:

- Amigos míos, ¡lo que nos cuentan los zorros es extremadamente grave! No estamos dispuestos a sufrir las consecuencias de sus errores sin protestar.Esta misma noche voy a negociar con ellos. ¡Ellos han destruido nuestro bosque, ellos tendrán que recuperarlo!

Una aclamación siguió este encendido discurso, y el Sr. Nutrio, muy contento de sí mismo, volvió a su madriguera para esperar el anochecer. Cuando se hizo de noche, Dark Nutrio estaba preparado para cumplir su misión: parlamentar con los humanos...

Hacia allí se dirigió volando (una más de sus habilidades nútricas), y aterrizó delante de sus viviendas. Encaminándose a la más grande de todas, nuestro intrépido aventurero se preparó para la confrontación. Llamó a la puerta y un gigantesco humano le abrió. Usando su don de lenguas, Dark Nutrio dijo al humano estupefacto:

- Buenas noches, humano, me gustaría hablar con tu jefe.
- …
- Ya veo -dijo, pensativo. Llévame a tu jefe enseguida, luego olvidarás todo, incluido el hecho de que soy una super nutria que habla.
- …
Dark Nutrio, sin que su interlocutor se diese cuenta, había empleado en sus frases una mirada casi hipnótica, y el gigante obedeció. Lo condujo al jefe de las obras de la presa. Con él usó de nuevo su poder de persuasión y luego borró su memoria, al menos todo lo que hacía referencia a una nutria parlante. Acabadas las "negociaciones", volvió a casa.

Al día siguiente, reunió a sus compañeros de infortunio, se instaló sobre un viejo tronco de un árbol, y declaró:

- ¡El problema está resuelto! Esta noche he ido a casa de los humanos, como prometí, y tras arduas discusiones -sonrisa de soslayo-, se han comprometido a plantar nuevos árboles. Y en espera de que éstos sean de tamaño respetable, acondicionarán nidales para nuestros sin techo.

Los animales, eufóricos, organizaron una gran fiesta que duró varios días.

La cuestión del incendio estaba, pues, resuelta pero la presa seguía allí... Una semana más tarde, Dark Nutrio fue a visitar de nuevo al jefe de la presa de los humanos ya que quería saber por qué aún no la habían derribado. De nuevo volvió a usar sus superpoderes hipnotizadores para dominar la voluntad del incauto. Éste le explicó que si derribaban la presa, el agua que correría de golpe río abajo sería tanta que arrasaría los pueblos situados más abajo de la antigua presa de madera hecha por los castores. La nutria y el humano "discutieron" hasta llegar a una idea genial: los animales palmípedos ayudarían a construir una nueva presa antes de quitar la otra, aguas abajo del Loira, que no molestase al Sr. Nutrio y a todos los animales que vivían allí. El Sr. Nutrio pensó que por fin volvería a vivir como en los buenos tiempos.

Dos días después, los humanos hipnotizados y los animales palmípedos empezaron a construir la nueva presa. A la semana, trabajando con mucho empeño y esfuerzo, la presa estaba acabada y los humanos recuperaron su consciencia.

Al Sr. Nutrio le quedaban dos cosas que resolver: la primera era quitar la presa de los humanos, y el segundo asunto, cómo hacer para que los humanos no volviesen a las andadas, ahora que ya no estaban hipnotizados. Para el primer problema, los animales palmípedos fueron a la presa de los humanos, abrieron las compuertas, y la propia fuerza del agua hizo que la presa se viniese abajo.

Entonces quedaba el último asunto: contarles la verdad a los humanos. El Sr. Nutrio fue a hablar con el jefe en la nueva presa, sin más hipnosis, ni con él ni con el resto de los humanos. El Sr. Nutrio le contó todo lo sucedido. Se esperaba lo peor, pero la reacción del hombre fue sorprendente: Se echó a reír y le dijo que había hecho un buen trabajo porque había resuelto el problema entre los animales y los humanos. El Sr. Nutrio se quedó de piedra, a lo mejor los humanos no eran tan idiotas, después de todo.

Los animales recuperaron su forma de vida y los humanos siguieron trabajando como de costumbre.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

Mr. Loutre habitait sur la Loire avec sa communauté de loutres, et possédait une petite partie de berge. Il vivait paisiblement, en harmonie avec ses confrères piscivores et ses journées se succédaient dans une lente monotonie. C'était donc une loutre très respectable, du moins le jour... En effet, la nuit, Mr. Loutre se transformait en Dark Loutre, la Loutre de l'ombre!!! Alors, il faisait régner la loi sur son territoire et ne tolérait aucun débordement. Tous le craignaient, et ses muscles puissants se reflétaient sur les eaux calmes dans l'éclat des rayons de Lune.

Un jour, des humains arrivèrent depuis la ville, dans l'idée de construire un barrage hydroélectrique... sur l'embranchement de Mr. Loutre. En moins d'un mois, celui-ci fut construit et fonctionnait à plein régime. Notre intrépide loutre, révoltée, rassembla ses compagnons de la faune fluviale pour organiser la rébellion…

- Chers compatriotes, en ce jour, alors que les humains osent venir nous narguer sur notre propre territoire, nous nous sommes rassemblés pour une même et unique raison : le barrage. Ce barrage qui retient les poissons et pollue notre environnement ! Si vous êtes ici aujourd’hui, c’est pour affirmer votre mécontentement !

S’ensuivit alors un brouhaha allant des voix entendues aux cris hystériques. Mr. Loutre avait apparemment l’accord du public, il poursuivit donc :

- Que ceux qui s’opposent catégoriquement à cet édifice viennent avec moi, j’ai mis au point un plan infaillible… ! MOUAHAHAH ! Je suis démoniaque !- ajouta-t-il pour lui-même, l’air sûr de lui.

Alors loutres, castors, ragondins et autres animaux palmés suivirent Mr. Loutre. Ensemble, ils réalisèrent une gigantesque, une terrible, une implacable machine de destruction massive: le LOUTRINATOR ! Cet engin était capable de percer le plus dur des matériaux, et fonctionnait à l'huile de tournesol bio, non polluante. Ils concoctèrent ensuite un plan diabolique, ayant pour but de saboter le détestable barrage des humains.

Une nuit, une fois les hommes endormis, la Loutre de l'ombre et ses fidèles complices dirigèrent le LOUTRINATOR vers la fameuse construction… Tous les animaux se placèrent autour du formidable engin, près du barrage, et retinrent leur souffle. Mr Loutre donna l’ordre de le détruire, quand tout à coup, « vroouuum », on entendit un grand vacarme : une des portes s’ouvrit et une trombe d’eau s’abattit sur le Loutrinator et l’entraîna vers la vallée. Pendant ce temps Mr Loutre et les palmipèdes se dirigèrent vers la rive en nageant. Une fois arrivés ils étaient tous démoralisés car tous leurs efforts avaient été vains. Ils rentrèrent tous dans leurs tanières, espérant oublier ce qui venait d’arriver et avec l’envie de voir une nouvelle journée commencée.

Mr Loutre était contrarié et dormit à peine. Il se leva tôt, triste et découragé. Lorsqu’il se pencha à sa fenêtre il vit qu’un épais brouillard enveloppait le bois, mais peu après, il se rendit compte que ce n’était pas du brouillard mais de la fumée. C’est alors qu’il vit une débandade d’animaux. Mr Loutre demanda à un vieux cerf : « Que se passe-t-il ? » et celui-ci lui répondit que le bois était en feu.

Sans y réfléchir à deux fois Mr Loutre appela tous ses amis les palmipèdes et ils se dirigèrent vers le barrage pour se mettre à l’abri. Une fois là-bas, tous les animaux virent que les hommes s’efforçaient d’éteindre le feu, mais comme toujours, ils étaient très mal organisés et ils ne semblaient pas pouvoir y parvenir seuls. Mais ils n’avaient pas d’outils pour creuser le nouveau cours d’eau. C’est alors qu’il lui vint à l’esprit que le Loutrinator était échoué à deux ou trois kilomètres du barrage. Peut-être pourraient-ils l’utiliser afin de dévier le cours d’eau ? Rapidement ils s’organisèrent pour aller chercher le Loutrinator.

Il était très lourd, et ils mirent des heures pour le traîner jusqu’au barrage, mais ils y arrivèrent. Le Loutrinator était là, prêt à dévier le cours d’eau ! Avec un soin infini, notre héros réussi à dévier une petite partie du fleuve pour éteindre le feu. Le Loutrinator était décidément d’une utilité déterminante.

Fiers de leur exploit, les animaux se rendirent au secours de leurs compagnons de la forêt, pris au dépourvu par l’incendie. Ce qu’ils découvrirent dépassait de loin leur imagination, les arbres calcinés étaient à terre pour la plupart, les autres étaient en cendres, et leurs habitants se retrouvaient sans logis. Avec son calme légendaire, Mr.Loutre envoya un groupe de renards (de précieux détectives) en quête de la cause de cet incendie. Puis, il entreprit de nettoyer les dégâts causés, aidé par toute la communauté.

Quelques jours plus tard, même les arbres morts étaient évacués, non sans l’aide précieuse des castors. Les pertes furent estimées à près de la moitié du patrimoine végétal local.

C’est donc après cet épisode que les renards firent leur retour. Ils déclarèrent savoir de source sûre que les responsables de l’incendie, bien qu’il ne soit pas d’origine criminelle, étaient les humains. M. Loutre, craignant la réaction de ses congénères, prit la parole :

- Mes amis, ce que les renards nous rapportent est extrêmement grave ! Nous n’allons certainement pas subir les conséquences de leurs erreurs sans broncher. Je m’en vais dès ce soir négocier avec eux. Ils ont détruit notre forêt, ils la renouvelleront !

Une acclamation suivie ce discours enflammé, et M. Loutre, tout content de lui, rentra dans son terrier pour attendre le crépuscule. La nuit tombée donc, Dark Loutre était prêt à accomplir sa mission : parlementer avec les humains…

Il s’y rendit en volant (encore une de ses compétences Loutriques), et atterrit devant leurs habitations. Repérant la plus volumineuse, notre intrépide aventurier se prépara à la confrontation. Il frappa à la porte et un humain gigantesque lui ouvrit.Usant de son don des langues, Dark Loutre dit à l’humain apparemment interloqué :

- Bonsoir, humain, j’aimerais parler à ton chef.
- …
- Je vois -fit-il, pensif. Amène-moi à ton chef tout de suite, tu auras ensuite tout oublié, y comprit le fait que je sois une super loutre qui parle.
- ...

Dark Loutre, bien que son interlocuteur ne s’en soit pas aperçu, avait employé dans ses phrases un regard quasi-hypnotique, le géant obtempéra. Il le mena au chef des travaux du barrage, puis l’affaire fut vite réglée. Il usa à nouveau de son pouvoir de persuasion puis il effaça leur mémoire, du moins tout ce qui faisait référence à une loutre parlante. Les « négociations » achevées, il rentra chez lui.

Le lendemain, il réunit ses compagnons d’infortune, s’installa sur une vielle souche d’arbre et déclara :

- Le problème est réglé ! Je me suis rendu cette nuit chez les humains, comme promis, et après concertation -sourire en coin- ils se sont engagés à replanter de nouveaux arbres. En attendant que ceux-ci soient de taille respectable, ils aménageront des nichoirs pour nos sans-logis !

Les animaux, euphoriques, organisèrent une grande fête qui dura plusieurs jours.

La question de l’incendie était certes réglée, mais le barrage était toujours là… Une semaine plus tard, Dark Loutre rendit à nouveau visite au chef du barrage des humains car il voulait savoir pourquoi celui n’avait pas encore été démoli. Il utilisa à nouveau ses supers pouvoirs d’hypnotiseur afin de dominer la volonté de l’imprudent. Celui-ci lui expliqua que s’ils démolissaient le barrage, la quantité d’eau qui s’en échapperait serait si importante qu’elle engloutirait les villages situés après le barrage en bois construit par les castors. La loutre et l’humain “discutèrent” et trouvèrent une idée géniale: les palmipèdes aideraient à construire un nouveau barrage avant de retirer l’autre, plus bas sur la Loire, afin de ne pas gêner Mr Loutre et tous les animaux que vivaient là. Mr Loutre pensa qu’il allait enfin pouvoir vivre comme au bon vieux temps.

Deux jours après, les humains hypnotisés et les palmipèdes commencèrent à construire le nouveau barrage. Dans la semaine, à force de travail acharné et beaucoup d’efforts, le barrage fut terminé et les humains reprirent leurs esprits.

M. Loutre devait encore résoudre deux choses: la première consistait à faire disparaître le barrage des humains, et la deuxième, trouver le moyen pour que les humains ne commettent les mêmes erreurs maintenant qu’ils n’étaient plus hypnotisés. Pour ce qui est du premier problème, les palmipèdes allèrent au barrage des humains ils ouvrirent les vannes, et la propre force de l’eau fit s’écrouler le barrage.

Demeurait alors le dernier problème: dire la vérité aux humains. M. Loutre alla parler avec le chef du nouveau barrage, sans hypnose, ni avec lui ni avec les autres humains. M. Loutre lui raconta ce qui était arrivé. Il s’attendait au pire mais la réaction de l’homme fut surprenante:,Il se mit à rire et lui dit qu’il avait fait un bon travail parce qu’il avait résolu le problème entre les animaux et les humains. M. Loutre en resta muet, peut-être les humains n’étaient pas si idiots que cela, après tout.
Les animaux reprirent leurs habitudes et les humains continuèrent à travailler comme avant.

Et c’est ainsi que finit notre histoire.

mercredi 16 juin 2010

Le mystère de Kajaani / El misterio de Kajaani Adeline Marty y Melania Velazco

Cette forêt, d’un reflet changeant vert-émeraude et d’une fragilité féerique, aurait pu s’envoler comme l’oisillon qui abandonne le nid. Elle surplombait la vallée, tel un géant qui aurait posé son manteau avant de quitter ce monde, bien au-delà de l’imaginaire.
Au Nord-est de cette vallée, un grand lac s’était emparé des lieux. Le « Oulu » était d’un bleu profond et d’un calme insouciant.
La magie présente en ces lieux était en parfaite harmonie avec notre monde, personne ne s’en doutait…..
Une douce mélodie s’échappa d’une des berges, à l’opposé du village. Ce petit village de pêcheurs, Kajaani, était fait de maisons traditionnelles tout en bois sculpté, du chêne.
Les mélodies s’enchaînèrent, l’eau ne frissonna pas avec le vent glacial….
Une jeune-fille jouait de l’harmonica, assise sur un vieux tronc d’arbre ; elle jouait avec tristesse et beaucoup de mélancolie. D’une beauté éblouissante, cette jeune inconnue ressemblait à une reine : un visage fin, une douceur extrême, des yeux d’un vert si profond et envoûtant, …une peau blanche comme la neige, un nez fin et presque divin, une bouche d’un rouge vermeil et des cheveux, tels une crinière d’un noir éclatant…
Cette jeune-fille s’appelait Eira, elle était la fille d’un marin disparu mystérieusement il y a quelques années. Sa mère étant morte à sa naissance, elle n’avait plus personne et tous les villageois la prenaient pour une sorcière, car elle restait désespérément au bord du lac, attendant le retour de son père, ……détestée par toutes les jeunes-filles de son village, elle n’avait plus prononcé un seul mot depuis la disparition de son père.
Nous étions le 24ème jour du mois, le jour de la pleine lune, quand tout commença….
Eira avait décidé de rester au bord du lac pour attendre son père. Elle savait, elle le ressentait, il allait se passer quelque-chose, elle en était certaine….
Enchaînant les mélodies, toujours plus triste et mélancolique, elle attendait…
A 2h 30 du matin, alors qu’elle s’endormait, une chose arriva : une femme sortit de l’eau. Enfin, ce n’était pas une femme mais un elfe. L’elfe s’approcha doucement et lui chuchota à l’oreille : « Cela fait si longtemps maintenant, …que tu es belle… ! »
Eira aurait voulu la regarder mais ses paupières s’alourdissaient. Elle put dire dans un murmure :
- « Qui êtes-vous ?
- « Je suis ta mère, Eira…. »
Eira avait-elle entendu cette dernière phrase ? Elle s’endormit d’un sommeil profond, rempli de rêves merveilleux……..

2/

Quand Eira s’éveilla, elle était complètement désorientée, elle regarda à droite et à gauche et ne reconnaissait rien de ce qu’elle voyait… En entrouvrant les yeux elle reconnut au fond de la chambre la femme qu’elle avait vue. avant de s’endormir, elle se confondait presque avec les murs blancs.
Elle ne se rappelait pas très bien d’elle et c’est pour cela qu’elle l’examina avec attention sans parvenir à croire ce que cette femme lui avait dit avant qu’elle ne sombre définitivement dans le sommeil : l’elfe avait une peau aussi blanche que la neige, comme celle de Eira, ses lèvres était d’un tel rouge qu’elles rehaussaient divinement sur son pâle visage et sa noire chevelure, longue et soyeuse comme celle de Eira. Leurs traits étaient étonnement semblables …
Lorsque l’elfe se rendit compte que Eira la regardait et qu’elle n’était plus endormie, elle s’approcha d’elle et lui dit d’une voix douce et mélodieuse :
-« Eira, ma chérie tu es enfin réveillée ? »
-« Oui, mais qui es-tu ?
-« Je suis ta mère Eira. Je sais que c’est difficile à croire après tout ce temps passé, mais si tu me laisses la chance de te raconter ce qui est arrivé, je t’expliquerai ».
-« Entendu, mais d’abord dis-moi où suis-je ? »
-« Bien sûr j’avais oublié que tu ne pouvais reconnaître cet endroit, la dernière fois que tu étais ici, c’est lorsque tu es venue au monde et il est normal que tu ne t’en souviennes pas. Nous sommes dans le palais de la reine Bellia, au fond du lac. »
-« Au fond du lac ? Comment cela est-il possible ? J’imagine bien que c’est normal pour vous les elfes. Qui est cette reine ?
-«Cette reine c’est moi, ma chérie et toi tu vas me succéder, à condition que tu le veuilles et que tu sois d’accord avec tout ce que je dois t’expliquer. A moins que tu ne souhaites ne rien savoir de ce monde je te renverrai dans celui que tu connaissais. Es-tu disposée à entendre mon histoire ?
-« Oui bien sûr, mmm...Bellia. »
-« Et bien écoute-moi attentivement Eira. Il y a 18 ans de cela j’ai connu ton père lors d’une de mes sorties dans ton monde, il était dans le port et attachait des cordages, dès que je l’ai vu je suis tombée amoureuse de lui, je me suis glissée à ses côtés en essayant de ne pas attirer son attention car l’amour entre les elfes et les humains n’était pas autorisé dans notre monde. A cette époque je n’étais pas reine, je n’avais pas l’âge et ma protectrice régnait à ma place puisque mes parents étaient morts.
Au moment où je passais derrière ton père, il s’est retourné et lui aussi m’a vue. Il est tombé immédiatement amoureux de moi mais je savais que ce qui nous arrivait était impossible. Cependant l’amour que nous éprouvions l’un pour l’autre était suffisamment fort pour que tous les deux nous puissions lutter. Et au milieu de cette lutte nous t’avons conçue, les plus hauts dignitaires du royaume se sont réunis et ont décidé que je pouvais te garder à la condition de te laisser vivre dans le monde d’en haut avec ton père. J’ai accepté car par-dessus, tout je voulais que tu voies le jour. Lorsque je t’ai mis au monde ils ne m’ont laissé te voir que quelques heures, le temps qu’ils jugeaient suffisant pour te dire au revoir et pour que tu m’oublies. Ton père t’a emmenée avec lui et s’est occupé de toi comme personne d’autre ne pouvait le faire. Tu dois te demander pourquoi je ne suis pas allée te chercher lorsque que ton père a disparu en mer ? En fait personne ne me l’avait dit. Ce sont mes sujets qui me donnent des informations sur toi, mais une fois j’ai décidé de te surveiller moi-même et j’ai vu que tu étais seule, que ton père avait disparu. Alors, je me suis fâchée et j’ai banni tous ceux qui avaient été impliqués dans ce plan qui consistait à me cacher ta solitude et ta tristesse. Je suis sortie du lac et je t’ai recueillie.
Tu as toujours dû te demander pourquoi tu es si différente des autres jeunes filles du village, l’explication c’est que tu es à moitié elfe et à moitié humaine comme tu l’as deviné, mais cela ne s’était jamais produit et la prophétie dit que la première fille d’un elfe et d’un humain sera la personne la plus belle de tous les temps et ce sera celle qui régnera sur le monde des elfes pour toujours.
Cette personne, c’est toi, et c’est toi qui as le pouvoir de décider. Bien sûr tu peux retourner dans ton monde si tel est ton souhait, mais ici tu pourras être avec moi, nous rattraperons le temps perdu et je te montrerai tout ce que tu ignores de ce monde. Si ton père revient un jour, il pourra venir vivre avec nous si tu le souhaites puisque tu seras un jour la reine et ce sera toi qui dicteras les lois. »
Maintenant Eira, ma chérie, dis-moi, que veux-tu faire ?

3/

Eira s'assit et réfléchit : c’était la première fois qu'un de ces rêves pouvait se réaliser ! Elle regarda sa mère avec une telle intensité que toute la pièce se fit silencieuse, et répondit : « oui, je reste, mais promets moi,que je pourrais rechercher mon père... »
- oui, je te le promets, c'est vrai que cette disparition est très étrange...mais je voudrais que tu restes, on 'a tellement de temps à rattraper...viens. »
Eira découvrit un royaume qui ne ressemblait aucunement à son monde:
les habitants ressemblaient tous à Eira, mais sa beauté était telle que personne n'était aussi belle qu'elle... les habitants vivaient sous le lac, dans des maisons souterraines taillées à la main et ornées d’une fresque des anciens temps. La ville était établie de façon hiérarchique : les riches à la surface, les personnes aisées ensuite et les pauvres au plus profond de la terre...
Eira apprit les chants, les histoires et autres activités relatives à l'enseignement d'une princesse. Eira n'était plus renfermée sur elle-même, plus rien ne l'empêchait de parler, ni de sortir de chez elle. Toutes ces choses là étaient effacées...Eira était libre.
Bellia, pensant que sa fille était prête pour partir à la recherche de son père dans ce monde et dans l’autre, fit préparer une escorte
Le jour du départ, la reine Bellia fit un discours, pendant que Eira et ses compagnons traversaient la rue principale, pour sortir du royaume, applaudis par la foule. Quand ils traversèrent la grande porte, ils entendirent la reine Bellia prononcer cette dernière phrase, d'une voix douce mais forte : "Je souhaite et espère de tout mon coeur que votre quête aboutisse. Bonne chance..."
Eira n'entendit pas la fin, mais les paroles de sa mère lui réchauffa le coeur...
"Maman compte sur moi pour retrouver papa, il ne faut pas que je la déçoive..."
Après une journée, les équipes se séparèrent, Eira suivit le général, ainsi que deux autres soldats. Après une vingtaine de kilomètres, le paysage changea. Ils entrèrent dans une sorte de nuages noirs, ils ne voyaient pas à plus de trois mètres autour d'eux. Ils durent rebrousser chemin car il n'y avait aucun moyen de respirer sous l'eau
Le général cria : " Où êtes vous?"
- Nous sommes là, dit Eira toussant pour reprendre son souffle...il va falloir passer au travers...ceux qui veulent s'en aller, partez maintenant..." Un homme partit. Eira, le général et le dernier soldat passèrent cette nuée obscure et crurent que chaque minute durait des heures, avant d'arriver au bout de ce nuage...
Là ils découvrirent un paysage de dévastation, le sol n'était plus blanc, mais d'un noir profond et sans limites, les plantes sous-marines n'étaient plus que branches mortes. Le groupe inspecta le moindre recoin à la recherche d'un être vivant, … mais... ils étaient tous morts et flottaient au fil de l'eau. Il n’y avait aucun signe de vie...Seul le néant s'offrait à leurs yeux. Arrivés à la frontière des deux mondes, Eira retourna dans le monde qu'elle avait toujours connu...

4/
Devant une telle désolation, Eira n’avait plus que deux options : continuer à chercher son père inutilement au milieu de ces terres dévastées ou revenir près de sa mère et espérer que son père se soit perdu dans les eaux du monde réel et non dans un autre monde.
A leur retour, ils étaient à bout de force ; la tristesse de la princesse était contagieuse et personne n’osait rien dire. Quand ils arrivèrent au palais de Bellia, la reine les attendait à la porte. En voyant le visage désemparé et sans vie de sa fille, elle fut bouleversée. Eira leva les yeux vers sa mère et se jeta dans ses bras. La reine n’avait pas besoin de mots pour savoir la cause de la tristesse de sa fille.
Des jours et les semaines passèrent avant que la princesse puisse à nouveau sourire et sortir de sa chambre. Quand enfin, elle trouva la force de se lever et d’affronter de nouveau la vie, elle découvrit que la quête qu’elle avait elle-même entreprise ne s’était pas arrêtée le temps de sa convalescence. Sa mère n’avait pas renoncé et avait décidé d’étendre sa recherche aux mers et aux océans du monde extérieur. Eira se rendit compte qu’ainsi, sa mère avait mis en péril son propre royaume et elle lui demanda pourquoi elle avait pris une décision si risquée :
- Mère, je ne comprends pas pourquoi vous n’avez pas arrêté la recherche.
Sa mère lui répondit :
-Eira, ma chérie, je ne pouvais pas rester sans rien faire. Il fallait que j’essaye au moins toutes les possibilités. Je te voyais te décourager et cette seule pensée me faisait horriblement souffrir.
- Mais, Maman, tu as mis en danger notre royaume en risquant de rompre le silence où il doit vivre. Et si les humains se rendent compte que nous sommes différents ?
- Ma chérie, tu dois savoir qu’avant d’être reine, je suis mère et je mettrais donc en danger ma propre vie plutôt que de te voir souffrir. De plus, nous avons pris beaucoup de précautions et nous avons quelques pistes.
Pendant que Bellia racontait à sa fille les progrès obtenus, le regard d’Eira s’illuminait. Il était possible que son père ait accosté sur une île protégée par Deonisia et ses partisans. Ce jour même, une troupe partait pour aller à son secours. A cette nouvelle, Eira demanda à sa mère la permission de partir avec la troupe. Elle la supplia longtemps et Bellia finit par accepter à condition qu’elles restent ensemble à l’arrière-garde au cas où il faudrait se battre.
Elles partirent l’après-midi même et en arrivant sur l’île, elles découvrirent que tout n’y était que vice et désespoir. L’image qu’offrait l’île ne surprit pas Eira car sa mère l’avait prévenue avant de partir que lé déesse de cette île détenait le don de la démesure, du vice et de tout ce qui s’y attachait. Quand la troupe entra dans le palais, tous constatèrent que c’était encore pire que ce qu’ils pensaient.
La reine les reçut. Bellia parla au nom de la cour et, en échange de nombreuses faveurs, et de dons, elles obtinrent que la déesse les laisse entrer dans ses prisons pour chercher le père d’Eira. Après avoir appris toute l’histoire, Deionisia décida que seule Bellia pouvait entrer et si, après tant d’années, elle réussissait à identifier son amour, elle les laisserait partir. Bellia accepta, descendit et après avoir vu de nombreuses cellules, elle trouva Reynold, le père d’Eira. Reynold reconnut tout de suite Bellia et tous les deux s’enlacèrent et s’embrassèrent.
Ils sortirent des prisons. En voyant son père, Eira se lança dans ses bras ; tous les trois s’embrassèrent et pleurèrent. Après avoir remercier tout le monde pour leur collaboration, ils partirent vers le royaume sous-marin de Bellia. La famille était maintenant réunie et ils récupérèrent le temps perdu. Finalement, à 21 ans, Eira reçut la couronne de ses parents, et, comme la prophétie l’avait dit, Eira gouverna pendant des milliers d’années, sûrement et justement, car, comme tout le monde le sait, les enfants des elfes et des humains vivent beaucoup plus longtemps que les elfes authentiques, mais pas éternellement.

Versión española

Este bosque, de un reflejo cambiante verde esmeralda y de una fragilidad mágica, habría podido alzar el vuelo como el pajarillo que abandona el nido. Dominaba el valle como si un gigante hubiese dejado su abrigo antes de irse de este mundo, más allá de lo imaginario.Al Noreste del valle, un gran lago se había apoderado del lugar. El “Oulu” era de un azul profundo y de una calma despreocupada.La magia presente en estos lugares estaba en perfecta armonía con nuestro mundo, nadie lo ponía en duda…
Una suave melodía se escapó de una de las orillas, del lado opuesto al pueblo. Este pequeño pueblo de pescadores, Kajaani, se conformaba de casas tradicionales en madera de roble tallada.
Una joven tocaba la harmónica, sentada sobre un viejo tronco de árbol; tocaba con tristeza y mucha melancolía. De una belleza deslumbrante, esta joven desconocida se asemejaba a una reina: cara fina, de una suavidad extrema, ojos de un verde profundo y hechizante… una piel blanca como la nieve, nariz fina y casi divina, boca de un rojo bermejo y cabello, como crines de un negro brillante…Esta joven se llamaba Eira, era la hija de un marinero desaparecido misteriosamente hacía algunos años. Su madre murió cuando ella nació, Eira no tenía más familia y todos los vecinos la tomaban por una bruja, ya que permanecía desesperadamente al borde del lago, esperando la vuelta de su padre… Odiada por todas las jóvenes de su pueblo, ella no había pronunciado ni una palabra desde la desaparición de su padre
Era el día 24 del mes, día de luna llena, cuando todo comenzó…
Eira había decidido permanecer en el borde del lago para esperar a su padre. Sabía, lo sentía, que iba a pasar algo, estaba segura… Empalmando melodías, cada vez más triste y melancólica, esperaba… A las 2:30h de la mañana, cuando s estaba quedando dormida, ocurrió algo: una mujer salió del agua. No era una mujer sino un elfo. La elfo se le acercó suavemente y le susurró al oído: “¡Cuánto tiempo hace… ¡qué hermosa eres…!”Eira habría querido observarla pero sus párpados le pesaban. Pudo decir en un murmullo:-“¿Quién eres?”- “Soy tu madre, Eira… “¿Eira había oído esta última frase? Ella se durmió en sueño profundo, lleno de sueños maravillosos…

2/

Cuando Eira se despertó estaba totalmente desorientada, miro a derecha e izquierda y no reconoció nada de lo que vio… Al entornar la vista reconoció en el fondo de la habitación a la mujer que había visto antes de dormirse, casi confundida con las blancas paredes.Ella no la recordaba muy bien por lo que la examinó detenidamente sin llegar a creer en lo que aquella mujer la había dicho antes de quedarse definitivamente dormida: la elfo tenía una piel casi tan blanca como la nieve, al igual que Eira, sus labios eran de un tono tan rojo que destacaban de forma gloriosa sobre su pálido rostro y su negro cabello, largo y sedoso como el de Eira. Sus rasgos eran impresionantemente parecidos…Cuando la elfo se percató de que Eira la estaba mirando y de que ya no dormía se acercó a ella y la dijo con una suave y melodiosa voz:-“Eira, ¿ya estás despierta, cariño?”-“Sí, ¿pero quién eres?”-“Soy tu madre Eira. Sé que es difícil de creer después de todo el tiempo que ha pasado, pero si me das una oportunidad para contarte lo que pasó te lo explicaré”.-“De acuerdo, pero primero, ¿dónde se supone que estoy?”-“Ah sí, se me olvidó que no reconocerías este lugar, la última vez que estuviste aquí acababas de nacer y es normal que no te acuerdes. Estamos en el palacio de la reina Bellia, en el fondo del lago.”-“¿En el fondo del lago? ¿Cómo es eso posible? Bueno… supongo que es normal tratándose de elfos. ¿Quién es esa reina?”-“Esa reina soy yo, mi vida, y tú eres mi sucesora, siempre y cuando quieras y estés de acuerdo con todo lo que te tengo que explicar. Aunque si no quieres saber nada de este mundo te devolveré al mundo que conocías. ¿Estás dispuesta a escuchar mi historia?”-Sí claro, mmm… Bellia.-“Bien Eira, pues escucha atentamente.Hace 18 años conocí a tu padre en una de las veces que pude salir a tu mundo, él estaba en el puerto atando cabos, en cuanto lo vi me enamoré de él, me deslicé a su lado intentando no llamar su atención puesto que el amor entre elfos y humanos no se permitía en nuestro mundo. Por ese entonces yo no era la reina, no tenía la edad suficiente y mi cuidadora reinaba en mi lugar puesto que mis padres habían muerto.
Cuando estaba pasando por detrás de tu padre él se giró y me vio, también se enamoró de mi en cuanto me vio pero yo sabía que eso no podía pasar, sin embargo el amor que sentíamos el uno por el otro era lo suficientemente fuerte como para que ambos luchásemos por él. Y en medio de ésta lucha te concebimos a ti, los más altos cargos del reino se reunieron y decidieron que yo te podría tener siempre y cuando te dejase vivir en el mundo de arriba con tu padre, yo acepté puesto que por encima de todo quería que tu nacieras. Cuando te di a luz solo me dejaron verte durante unas horas, lo que ellos consideraron suficiente para que yo me despidiera de ti y que tu no me recordaras. Tu padre te llevó con él y te cuidó como nadie más lo podría haber hecho.Te preguntarás por qué no fui a por ti cuando tu padre desapareció en la mar, la verdad es que nadie me informo de ese hecho. Mis criados son los que me informan de cómo estabas tú, pero una vez me decidí a vigilarte por mi misma y vi que estabas sola, que tu padre había desaparecido, entonces enfurecí y desterré a todos los que habían estado involucrados en el plan de ocultarme que estabas sola y triste, salí del lago y te recogí.Siempre te habrás preguntado por qué eres tan diferente a las demás jóvenes del pueblo, la explicación está en que eres mitad elfo y mitad humana como habrás deducido, pero esto nunca había pasado y la profecía dice que la primera hija de un elfo y un humano será la persona más bella de todos los tiempos y la que reinará en el mundo de los elfos por siempre.Esa persona eres tú, y en tus manos está la decisión. Por supuesto, puedes volver a tu mundo si así lo deseas, pero aquí podrás estar conmigo, recuperaremos el tiempo perdido y te mostraré todo lo que no sabes sobre este mundo. Si algún día vuelve tu padre podrá venir a vivir con nosotros si así lo deseas puesto que tú serás algún día la reina y serás tú quien dicte las leyes.”Ahora Eira, cariño, dime, ¿Qué es lo que quieres hacer?”

3/


Eira se sentó a reflexionar: ¡era la primera vez que uno de sus sueños podía hacerse realidad! Miró a su madre con tal intensidad que todo pareció enmudecer a su alrededor, y contestó:
- Sí, me quedo, pero prométeme que podré buscar
a mi padre.
- Sí, te lo prometo. Es verdad que su desaparición fue muy muy extraña… pero deseo tanto que te quedes, tenemos que recuperar tanto tiempo… Ven.
Eira descubrió un reino que no se parecía en nada a su mundo: los habitantes eran todos como ella, pero ninguno de ellos la igualaba en hermosura. Los habitantes vivían bajo el lago, en casas subterráneas talladas a mano y decoradas con frescos de los tiempos antiguos. La ciudad estaba ordenada siguiendo un orden jerárquico: los ricos en la superficie, las personas acomodadas después y los pobres en lo más profundo de la tierra…
Eira aprendió los cantos, las historias y otras actividades propias del entrenamiento de una princesa. Ya no era introvertida, le gustaba hablar y salir. Eira era libre.
Bellia, pensando que su hija estaba lista para irse en busca de su padre en este mundo o en el otro, preparó una escolta.
El día de la partida, la reina pronunció un discurso. Luego Eira y sus compañeros atravesaron la calle principal, para salir del reino, aplaudidos por la muchedumbre. Cuando atravesaron la gran puerta, oyeron a la reina Bellia pronunciar esta última frase, con una voz dulce pero fuerte:
- Deseo y espero de todo corazón que vuestra búsqueda tenga éxito. Buena suerte…
Eira no oyó el final, pero las palabras de su madre le reconfortaron el corazón…
Mamá cuenta conmigo para encontrar a papá, no debo defraudarla.
Después de un día de viaje, los equipos se separaron. Eira siguió al general, junto con dos soldados. Después de caminar unos veinte kilómetros, el paisaje cambió. Entraron en una especie de nubes negras que les impedían ver más allá de tres metros. Tuvieron que dar media vuelta pues no había manera alguna de respirar bajo el agua.
El general gritó:
- ¿Dónde estáis?
- Estamos aquí –gritó Eira tosiendo- Tendremos que atravesar esta zona. Los que se quieran marchar, que lo hagan ahora…
Un hombre se fue. Eira, el general y el último soldado pasaron la nube obscura creyendo que cada minuto duraba horas, antes de llegar al final. Allí descubrieron un paisaje de devastación. El suelo no era blanco, sino de un negro profundoy sin límites. Las plantas submarinas eran sólo ramas muertas. El grupo inspeccionó cada recodo en busca de algún ser vivo, …pero… todos estaban muertos y flotaban entre las aguas. No había ninguna señal de vida… Sólo la nada se ofrecía a sus ojos. Llegados a la frontera de los dos mundos, Eira volvió al mundo que había conocido siempre.

4/
Ante tal desolación, a Eira solo le quedaban dos opciones, seguir buscando a su padre inútilmente entre tierras devastadas o volver junto a su madre y esperar que su padre se hubiera perdido entre aguas reales y no en un submundo.
En su regreso, las fuerzas les abandonaban, la tristeza de la princesa era contagiosa y nadie se atrevía a decir nada. Cuando llegaron al palacio de Bellia, la reina les estaba esperando en las puertas, al ver la cara desamparada y sin vida de su hija se le partió el corazón. Eira levantó la vista hacia su madre y se echó en sus brazos. A la reina no le hacían falta palabras para saber la causa de la tristeza de su hija.
Pasaron muchos días y semanas hasta que la princesa pudo volver a sonreír y a salir de su habitación. Cuando por fin encontró fuerzas para levantarse y enfrentarse de nuevo a la vida descubrió que la búsqueda que ella misma había comenzado no se había parado mientras ella se recuperaba, sino que su madre nunca se había rendido y había decidido aumentar la búsqueda a los mares y océanos del mundo exterior. Eira se dio cuenta que con esa acción, su madre había puesto en peligro su propio reino, y le preguntó el por qué de esa arriesgada decisión:
- Madre, no entiendo porqué no habéis dejado la búsqueda.
Su madre le contestó:
- Eira, mi vida, no podía quedarme parada, sin hacer nada, o al menos sin intentar y probar con todas las posibilidades, y la sola idea de ver cómo te desmoronabas… me hacía sufrir de una manera insoportable.
- Pero madre, has puesto en riesgo el silencio bajo el que debe estar nuestro reino, ¿Y si los humanos se dan cuenta de que somos distintos?
- Cariño mío, debes saber que antes que reina soy madre, tu madre, por lo tanto pondría en riesgo mi propia vida antes que verte sufrir. Además, estamos tomando muchas precauciones y hemos conseguido muchas pistas.
Mientras Bellia le contaba a su hija los progresos conseguidos, a Eira se le iluminaba la mirada, había una posibilidad de que su padre se hubiera quedado varado en una isla albergada por la diosa Deionisia y sus secuaces. Ese mismo día partía una tropa para rescatarle. Ante esta noticia, Eira le pidió a su madre que la diese permiso para partir con las tropas. Tras muchas súplicas, Bellia aceptó pero a cambio de que se quedase en la retaguardia con ella si tenían que luchar.
Esa misma tarde partieron, al llegar a la isla descubrieron un ambiente cargado de vicio y desesperación. Eira no se asombró de la imagen que ofrecía la isla, ya que su madre le había advertido antes de salir que la diosa de esta isla era la poseedora del don de la desmesura, el vicio y todo lo que conlleva. Cuando entraron en el palacio comprobaron que la situación no era mucho mejor sino peor.
La reina les recibió, Bellia habló en nombre de su corte y a cambio de numerosos favores, donaciones y tratos consiguieron que Deionisia les dejase entrar a sus calabozos para buscar al padre de Eira. Tras explicarle la historia completa, Deionisia decidió que solo podría entrar Bellia y si después de tantos años conseguía identificar a su amor, les dejaría partir. Bellia aceptó, bajó y tras muchas celdas encontró a Reynold, el padre de Eira. Reynold reconoció a la primera a Bellia y ambos se fundieron en un beso.
Salieron de los calabozos, Eira al ver a su padre se lanzó a sus brazos, los tres se abrazaron y lloraron. Después de agradecer a todos su colaboración partieron hacia el reino submarino de Bellia. Ahora que la familia ya estaba recompuesta, recuperaron todo el tiempo perdido y finalmente, a los 21 años, Eira recibió la corona de sus padres, y como la profecía había dictado, Eira gobernó durante miles de años segura y justamente porque como todo el mundo sabe, los hijos de elfos y humanos viven durante muchos más años que los elfos naturales, pero no eternamente.

Le mystère de Kajaani / El misterio de Kajaani

El osito blanco / Le petit ours blanc Marin Rouleau y Noelia del Hoyo

1/
Érase una vez, mucho antes de que el hombre apareciese sobre la tierra, un osito de sorprendente pelaje, suave y blando. Vivía sobre el hielo con unos pocos supervivientes de su especie y se llamaba Nouchka. Era muy pequeño y los otros se burlaban de él sin parar, diciéndole que no duraría hasta el próximo invierno. Sus padres habían desaparecido misteriosamente poco después de su primer año de vida y él se había visto obligado a valerse por sí mismo en las grandes tormentas de nieve.

Un día que estaba nevando copiosamente, Nouchka, a quien la tormenta había aislado del grupo y de su lugar habitual de pesca de salmones, cavó un agujero para protegerse del viento polar y se durmió, como una minúscula bola de pelo blanco en un océano de blancura.

Cuando se despertó, enormes trombas de agua salada caían sobre él. Nouchka creía estar soñando. Se frotó los ojos varias veces antes de aceptar que el frágil bote ahora bamboleado por las olas impetuosas del gran océano no era otro que el trozo de hielo en el que se quedó dormido horas antes. Desesperado, gritó pidiendo ayuda, pero sus gritos se perdieron en la inmensidad del desierto azul y blanco. Lloró toda la noche y, agotado, se quedó dormido.

Cuando se despertó otra vez, se dio cuenta de que el clima había cambiado considerablemente; ahora hacía calor y el osito notó una extraña sensación de bienestar en la piel suave, al meter los pies en el agua caliente. A mediodía, Nouchka vio tierra. ¡Ya era hora! El frágil iceberg estaba a punto de romperse y el osito ya tenía las nalgas en el agua pues su “balsa” se había fundido hasta quedar reducida a la mitad. Así que empezó a nadar y llegó a una playa de arena caliente y agradable para sus pequeñas almohadillas acostumbradas al frío.

El sol estaba alto en el cielo, lo que no molestaba a nuestro héroe, cuyo pelaje estaba empezando a volverse ligeramente pardo: su cuerpo estaba comenzando a adaptarse a las nuevas condiciones. Le entró una sed brutal y entonces decidió a buscar agua de lluvia y comida. Se subió a una roca gris grande y bastante blanda y comenzó a inspeccionar el inmenso bosque que se extendía ante él. De repente, una voz fuerte y grave, procedente de la roca, exclamó:
-¿Qué haces sobre mi espalda, pequeña bola de pelo?

2
El osito se dio cuenta de que aquella roca era, en realidad, un oso, un oso gigante. Jamás había visto uno de ese color.
-Perdí a mi grupo en la gran tormenta y he aparecido aquí, ¿me puedes decir cómo puedo volver?
-Vamos, pequeño, no me cuentes historias, en este lugar hace muchos meses que no llueve… Vuelve por donde has venido y déjame dormir, contestó el grandullón.
-De acuerdo, te dejaré, pero al menos dime dónde puedo encontrar algo de comida, un poco de agua y el camino de vuelta a casa.
No hubo respuesta.

El osito decepcionado se adentró en el bosque sin miedo. Siguió unas huellas de animal, que no reconocía, en aquel suelo duro. De pronto, un ruido le hizo detenerse. Miró hacia los lados pero no vio a nadie, así que siguió su camino. De nuevo se oyó aquel ruido, el osito se volvió y vio un animal hambriento que poco a poco se le acercaba.
-Hola, soy Nouchka, ¿podrías decirme dónde puedo encontrar algo de beber? Me estoy muriendo de sed y…
El animal se acercaba despacio, en silencio, y, según se aproximaba, abrió la boca.
-¡Oh, dios, deberías lavarte los dientes, tienes restos de comida entre ellos! Yo uso una pasta de dientes que te los deja blanquísimos, y Nouchka le enseñó los dientes.
El animal introdujo la cabecita de Nouchka en su boca. Entonces el osito comenzó a tener un poco de miedo.
-¡Pantera, déjale, si no quieres que te haga yo lo mismo a ti!- gritó el gran oso gris.
La pantera dejó caer al osito.
-No te preocupes, volveré- se despidió la pantera con aire vacilón.
El oso grande se acercó a Nouchka y, sin mirarlo, le dijo:
-Pero, ¿a ti qué te pasa? Si no llego a aparecer, esa pantera te hubiese comido de un bocado.
-Estaba haciéndole una inspección bucal, le recomendé una buenísima pasta de dientes… y de repente me agarró la cabeza y se la metió en su boca… ¡Este lugar es muy raro!
El oso sonrió y girando la vista hacia el osito, le dijo:
-Si te vas a quedar por aquí una temporada, es mejor que sepas algunas cosas. Te enseñaré dónde vivimos los que somos como tú. Me llamo Alish. Oye, ¿cómo has aparecido aquí?
Me gustaría volver a mi casa y con los ositos de mi grupo. Este lugar parece peligroso para mí, no estoy acostumbrado a tanto calor. Mi aparición aquí es una larga historia. Cuando bebamos algo de agua, te la contaré. Soy Nouchka. ¡Mucho gusto, peludo!
El oso y Nouchka fueron hablando a lo largo del camino sobre aquel extraño lugar hasta llegar a un claro al lado de un río. El osito miró a su alrededor: había un montón de osos, cincuenta, cien. Todos eran grandes osos grises como su amigo. La verdad es que daban un poco de miedo.
-Ya hemos llegado. Allí tienes agua para beber y lavarte. Esa pantera te ha dejado la cara asquerosa.
-Muchas gracias- contestó el osito.
-Cuando acabes me reuniré contigo, te presentaré a mi familia y te enseñaré todo esto.
Nouchka fue corriendo al agua y, mientras se abañaba, un osito de su misma altura, algo más joven que él se acercó y le dijo:

3/
-¡Eh, tú! ¡Dime por qué tu piel es del mismo color que la mía, con lunares!- le preguntó el otro oso.
Es verdad, ¿por qué al pelo de alabastro de Nouchka le estaban saliendo manchas morenas?
-¡Ya lo sé! ¡Tú debes de ser de la misma familia de osos que yo, prosiguió el osito, te bronceas con el sol!
-Es posible, nunca he conocido a mis padres. A lo mejor eran como tú, y yo estoy recuperando mi color original- dijo Nouchka, todo contento de tener una nueva piel.
Una masa gris se levantó entonces detrás de Nouchka.
-Veo que ya has conocido a mi hermano pequeño Kapish- dijo Alish, con un salmón en la boca.
Por la noche, con la cabeza llena de estrellas, Nouchka se durmió en la cueva de su amigo, a su lado.
Al día siguiente Alish llegó a despertarles temprano. Había que salir de pesca.
Avanzaron a través de un gran bosque hasta llegar al lago. O más bien, a lo que quedaba de él, pues un gigantesco deslizamiento de tierra había sepultado la extensión de agua. Kapish y Alish estaban aterrorizados: sin agua, no había más peces. El lago era su único territorio de pesca en más de 50km a la redonda.
Nouchka buscaba un modo de ayudar a sus amigos. Se acordó entonces del método de caza que él empleaba sobre el hielo, antaño: cavaba un agujero en el hielo y esperaba la llegada de peces para atraparlos. ¡A lo mejor…! Sin esperar más, se puso a mover las rocas. Kapish y Alish, sorprendidos, le preguntaron:
-¿Qué te pasa? ¿Te has vuelto loco?
-Tengo una idea, ¡ayudadme!
Inmediatamente, los dos osos se pusieron a desplazar las rocas. La tarea les tuvo ocupados toda la tarde pero el resultado estuvo a la altura de sus esperanzas: cuando Nouchka acababa de mover la enésima roca, brotó un minúsculo chorrito de agua. Y, de repente, con un enorme estruendo, un torrente de agua surgió de la montaña y se precipitó por la ladera, llevándose consigo a los tres osos. Gritando, tratando de agarrarse a las ramas y a las rocas, Nouchka, Kapish y Alish fueron arrastrados montaña abajo. Cuando consiguieron por fin salir de la corriente, habían llegado al campamento de los osos. Ahora, un río caudaloso discurría en medio de la llanura, ante los asombrados animales.
Alish y Kapish se apresuraron a contar la hazaña de Nouchka, y, esa misma noche, el osito fue llevado a hombros.
-¡Viva Nouchka!- gritaban los osos.
Alish tomó la palabra:
-Declaro a Nouchka miembro oficial de nuestra familia.
Y el osito que una vez había sido blanco, se dijo que, a pesar de todas sus desgracias, no habría podido tener un mejor viaje. ¡Ciertamente era la primera vez que un oso polar se integraba en una familia de osos pardos!
Feliz, se durmió…

4/
Al día siguiente, los osos agradecidos a la naturaleza que les había proporcionado aquel inesperado regalo, se congregaron en el claro para acudir todos juntos a la Gran Cueva del corazón del bosque, en donde vivía Obishia, el más viejo y más sabio de todos. Sabían que no debían molestarle porque el anciano vivía en soledad enteramente dedicado a la meditación. Pero creían que un acontecimiento como aquél tenía que serle comunicado. ¡Y además había que presentarle al nuevo miembro de la tribu!
Recogieron algunas frutas para ofrecérselas y se encaminaron despacio hacia la morada del sabio.
El camino casi había desaparecido bajo la maraña de vegetación que había crecido desde la última vez que habían venido a visitarlo. Se preguntaban si todavía seguiría con vida después de tanto tiempo, pero no se imaginaban el mundo sin poder contar con los consejos y la sabiduría del viejo.
El silencio en torno a la Gran Cueva era completo. Hasta los pájaros enmudecían cuando sobrevolaban el claro pues todos en el bosque conocían y respetaban al gran sabio. Los osos penetraron despacio en la cueva y se quedaron esperando para acostumbrarse a la obscuridad casi total que reinaba en ella. No se oía ni el más leve rumor.
De pronto les sobresaltó una voz potente y clara:
-¿Qué os trae por aquí esta vez?
Poco a poco vieron acercarse una forma blanquísima y enorme procedente del fondo de la cueva. El gran oso llegó hasta ellos caminando con vigor y sin titubeos. Se quedó plantado delante de Nouchka, esperando la respuesta.
Nouchka se dio cuenta de que sus ojos eran blancos también, como el resto de su cuerpo. ¡Obishia estaba ciego! Y sin embargo, y a pesar de su edad, parecía tener el vigor de un oso joven.
-¡Hola pequeño! Bienvenido a nuestro bosque.
Nouchka estaba atónito. Quiso contestar con su desparpajo habitual pero sólo acertó a musitar un “gracias” casi inaudible.
Alish se adelantó y le contó a Obishia todo lo ocurrido, su preocupación por los cambios en el clima que habían estado ocurriendo últimamente, y su alivio por lo que parecía la solución a sus problemas con el agua.
Entonces Obishia tomó la palabra:
Sé lo que ha pasado. Y no debéis preocuparos. Esto no ha sido más que cambios que ocurren de vez en cuando. Si vuelve a ocurrir sólo tendréis que desplazaros más al norte, al Gran Bosque Verde. Allí hay lagos y ríos, viviréis bien.
Pero os voy a contar una historia que ocurrirá dentro de muchos años. Vosotros no la veréis pero los hijos de vuestros hijos tendrán que vivir con ella y muy probablemente les costará la vida a ellos y a todas las demás especies del planeta.
Al oír esto, los osos se quedaron sobrecogidos de espanto. Sabían que Obishia era el oso más sabio del mundo y que nunca hablaba por hablar. Siguieron escuchando.
- Está a punto de nacer una nueva criatura que al principio os parecerá débil e insignificante pero con el tiempo se hará la más poderosa de todas y reinará sobre todos los demás animales. Al principio vivirá en armonía con los demás y sobrevivirá, como vosotros, gracias a lo que la naturaleza le dará en abundancia. Pero esta criatura, poseedora de la más útil de las cualidades, el deseo de superación, tendrá también el más pernicioso de los defectos: la eterna insatisfacción. Y siempre, por mucho que avance, por cómoda que vaya haciendo su vida, siempre deseará más. Será insaciable. Y su ansia por dominarlo todo le llevará a apropiarse de todo el planeta. Todo lo que ahora nos repartimos las criaturas, será suyo, y lo utilizará a su antojo. Destruirá los bosques, agotará los mares, ensuciará los ríos y el aire. Morirán millones de animales, desaparecerán muchas especies de la faz de la tierra para siempre.
Los osos miraban boquiabiertos al anciano. Por sus mejillas resbalaban lágrimas. Nouchka estaba aterrorizado al ver llorar a los mayores. Aquello que contaba el viejo no podía ser verdad. Éste prosiguió:
-Pronto el planeta estará tan deteriorado que la supervivencia de ellos mismos peligrará. Y entonces empezarán a darse cuenta de que no podrán seguir comportándose de la misma manera. Se reunirán, discutirán, reflexionarán sobre qué hacer para salvar lo que quede del mundo. Algunos no lo creerán y dirán que no estarán dispuestos a renunciar a nada, otros intentarán convencerlos de que no quedará otro remedio. Y así irá pasando el tiempo…
Nouchka no pudo aguantar más y gritó:
-Y ¿qué pasará? ¿Desaparecerán todos los animales? ¿Morirá el planeta?
Obishia sonrió:
-Eso, pequeño Nouchka, no puedo decírtelo. Todavía no está escrito. Todo
dependerá de que las criaturas sensatas consigan convencer a los demás y de que
todos actúen de una manera conjunta y con el mismo objetivo. Tal vez sean capaces. Tendrán que tomar una decisión. Pero decidan lo que decidan, será su responsabilidad. Sólo suya.
Pero ahora, queridos amigos, no estéis tristes. Volved a vuestro poblado y celebrad la vida. Sois inocentes y merecéis vivir sin preocupaciones. Olvidad lo que os he contado y sed felices.
Los osos se despidieron de su viejo amigo y consejero y volvieron cabizbajos a su claro.
Aquella noche cenaron en silencio. Después se durmieron tratando de imaginar aquel mundo inconcebible que les había contado el sabio. Y desearon fervientemente que las poderosas criaturas que iban a vivir en él, tomasen la decisión correcta.

Version française
1/
Il était une fois, bien avant que l’homme n’apparaisse sur terre, un tout petit ours au surprenant pelage doux et blanc. Il vivait avec quelques rares survivants de son espèce sur la banquise et s’appelait Nouchka. Il était tout petit de naissance et les autres se moquaient sans arrêt de lui en lui répétant qu’il ne tiendrait pas jusqu’à l’hiver suivant. Ses parents avaient mystérieusement disparu peu après sa première année de vie et il avit été contraint de se débrouiller tout seul dans l’immense blizzard.
Un jour qu’il neigeait à gros flocons, Nouchka, que la tempête avait isolé du groupe et de son lieu de pêche à saumons, creusa un trou pour se protéger des morsures du vent polaire et s’endormit, comme une minuscule boule de poils blanche dans un océan de blancheur.
Lorsqu’il se réveilla, d’énormes trombes d’eau salée s’abattaient sur lui. Croyant rêver, Nouchka se frotta plusieurs fois les yeux avant de se rendre compte que le frêle esquif désormais ballotté par les flots impétueux du grand océan n’était autre que le morceau de glace sur lequel il s’était endormi quelques heures auparavant. Désespéré, il cria à l’aide, mais ses cris se perdirent dans l’immensité de ce désert bleu et blanc. Il pleura toute la nuit et, épuisé, se rendormit.
Lorsque, pour la seconde fois, il se réveilla, il se rendit compte que le climat avait changé considérablement ; il était maintenant chaud et un étrange sentiment de bien-être s’empara du petit ours au pelage doux qui préféra mettre les pieds dans l’eau chaude que sur le morceau de glace. Vers le milieu de la journée Nouchka aperçut une terre ! Il était temps ! Le frêle iceberg menaçait de se fissurer et le petit ours avait les fesses dans l’eau puisque son « radeau » avait fondu de moitié. Il se mit donc à nager et arriva sur la plage de sable chaud agréable pour ses petits coussinets sensibles au froid.
Le soleil était haut dans le ciel, ce qui ne dérangeait pas notre héros, dont le pelage commençait naturellement à brunir très légèrement, comme si une nouvelle vie apparaissait peu à peu, remplaçant sa vie au pôle. Une soif brutale s’empara d’Anouchka qui se mit alors en quête d’eau de pluie et d’un quelconque repas. Il grimpa sur un gros rocher gris plutôt mou et se mit à inspecter l’immense forêt qui s’étendait devant lui. Soudain, une grosse voix rocailleuse sortie du rocher s’exclama :
- Que fiches-tu sur mon dos, petite boule de poils ?

2/
Le petit ours se rendit compte que ce rocher était en réalité un ours, un ours géant. Il n’en avait jamais vu de cette couleur. -J’ai perdu les miens dans la tempête et je me suis retrouvé ici. Peux-tu me dire comment rentrer chez moi?
-Voyons, mon petit, ne me raconte pas d’histoires, il y a des mois qu’il n’a pas plu par ici…Rentre par où tu es venu et laisse-moi dormir- répondit le grand escogriffe. -D’accord, je vais te laisser mais dis-moi au moi où je peux trouver quelque-chose à manger, un peu d’eau et indique-moi le chemin pour rentrer chez moi. Il n’y eut pas de réponse.
Le petit ours, déçu, pénétra sans crainte dans le bois. Sur le sol dur, il suivit les traces d’un animal qu’il ne reconnaissait pas. Brusquement, un bruit le fit s’arrêter. Il regarda de chaque côté mais ne vit personne et continua donc son chemin. Il entendit à nouveau le même bruit ; le petit ours se retourna et il vit un animal affamé qui s’approchait petit à petit de lui. -Salut, je suis Nouchka. Pourrais-tu me dire où je peux trouver quelque- chose à boire ? Je meurs de soif et …
L’animal s’avança lentement, en silence, et, tout en s’approchant, il ouvrit la bouche.
-Oh, mon dieu, tu devrais te laver les dents ! Tu as des restes de viande entre les dents. Moi, j’utilise un dentifrice qui les rend très blanches. Et Nouchka lui montra ses dents.
L’animal introduisit la petite tête de Nouchka dans sa bouche. Le petit ours commença alors à avoir peur.
-Eh, la panthère, laisse-le, si tu ne veux pas que moi aussi je te fasse la même chose-cria le grand ours gris.
La panthère laissa tomber le petit ours. -T’en fais-pas, je reviendrai- dit la panthère d’un air crâneur en s’en allant. Le grand ours s’approcha de Nouchka et, sans le regarder, lui dit :
-Mais, qu’est-ce qui te prend ? Si je n’étais pas arrivé, cette panthère n’aurait fait qu’une bouchée de toi.
-J’étais en train de lui faire une inspection buccale. Je lui ai recommandé un bon dentifrice et …soudain, elle m’a attrapé la tête et l’a introduite dans sa bouche… Cet endroit est très étrange !
L’ours sourit et, tournant la tête vers le petit ours, lui dit :
-Si tu veux rester quelque temps par ici, il vaut mieux que tu saches certaines choses. Je vais te montrer où vivent ceux de notre race. Je m’appelle Alish. Mais, dis-moi, comment es-tu arrivé jusqu’ici ? -J’aimerais rentrer chez moi et retrouver les miens. Cet endroit me semble dangereux. Je ne suis pas habitué à une telle chaleur. Comment je suis arrivé ici ? C’est une longue histoire. Je te la raconterai quand nous aurons bu un peu d’eau. Je suis Nouchka. Enchanté, le poilu ! Tout en marchant, l’ours et Nouchka parlèrent de cet endroit étrange jusqu’au moment où ils arrivèrent à une clairière au bord d’une rivière. Le petit ours regarda autour de lui : il y avait une quantité d’ours, cinquante, cent… Tous étaient de grands ours gris comme son ami. C’est vrai qu’ils lui faisaient un peu peur.
-Nous voici arrivés. Ici, tu as de l’eau pour boire et te laver. Cette panthère t’a mis le visage dans un état dégoûtant.
-Merci beaucoup- répondit le petit ours. -Je reviendrai te voir quand tu auras terminé ; je te présenterai ma famille et je te montrerai tout ça. Nouchka courut vers l’eau et pendant qu’il se baignait, un petit ours de la même taille que lui mais un peu plus jeune, s’approcha de lui et lui dit :
3/

-Eh, toi ! Dis-moi pourquoi ta fourrure est-elle de la même couleur que moi, par endroits- lui demanda l’autre ourson.
C’est vrai, ça, pourquoi la fourrure s’albâtre de Nouchka avait-elle une teinte brune par endroits ?
- J’y suis ! Tu dois être de la même famille d’ours que moi- reprit à nouveau l’ourson, - tu bronzes !
-C’est possible, je n’ai jamais connu mes parents, peut-être étaient-ils comme toi ? Je reprends peut-être ma couleur d’origine- dit Nouchka, tout content d’avoir une nouvelle fourrure.
Une masse grise se dressa alors derrière Nouchka.
-Je vois que tu as déjà fait connaissance avec mon petit frère Kapish » dit Alish, un saumon dans la bouche.
La nuit, la tête pleine d’étoiles, Nouchka s’endormit dans la grotte de son ami, à côté de lui. Le lendemain, Alish vint les réveiller de bonne heure. Il fallait aller à la pêche.
Ils avancèrent donc à travers une grande forêt pour arriver devant le lac ou plutôt, ce qu’il en restait. En effet, un gigantesque glissement de terrain avait enseveli l’étendue d’eau. Kapish et Alish étaient catastrophés : sans eau, il n’y avait plus de poissons. Le lac était leur seul terrain de chasse à plus de 50 km à la ronde.
Nouchka, lui, cherchait un moyen de venir en aide à ses nouveaux amis. Il se rappela alors la méthode de chasse qu’il employait sur la banquise, autrefois. Il creusait un trou ans la glace et attendait la venue des poissons pour les attraper. Peut-être que …. ! Sans plus attendre, il entreprit de déplacer les rochers. Kapish et Alish, surpris, lui demandèrent :
-Qu’est-ce qui t’arrive ? Es-tu devenu fou ?
- J’ai une idée, aidez-moi !
Aussitôt, les deux ours se mirent à déplacer les rochers. La tâche leur prit une bonne partie de l’après-midi mais le résultat fut à la hauteur de leurs espérances : alors que Nouchka venait de déplacer pour la énième fois un rocher, un mince filet d’eau se mit à s’écouler.. Puis, brusquement, dans un énorme grondement, un torrent d’eau s’échappa, dévalant la pente et emportant avec lui les trois ours. Hurlant, s’efforçant de se rattraper aux branches ou aux roches, Nouchka, Kapish et Alish dévalèrent la montagne. Quand enfin ils réussirent à sortir du courant, ils étaient arrivés à l’emplacement abritant toute la tribu d’ours. A présent, une rivière s’écoulait au milieu de la plaine, devant tous les ours ébahis.
Alish et Kapish s’empressèrent de raconter l’exploit de Nouchja et le soir même, le petit ours fut porté en triomphe.
-Vive Nouchka!- clama l’ensemble des ours.
Alish prit la parole :
-Je déclare Nouchka membre officiel de notre famille.
Et le petit ours autrefois blanc, se dit que malgré ses malheurs, il n’aurait pu espérer un meilleur voyage. C’était certainement la première fois qu’un ours polaire intégrait une famille d’ours bruns ! Heureux, il s’endormit…

4/

Le lendemain, les ours reconnaissants envers la nature qui leur avait offert ce cadeau inespéré, se réunirent dans la clairière pour aller tous ensemble à la Grande Grotte au cœur de la forêt, où vivait Obishia, le plus vieux et le plus sage de tous. Ils savaient qu’ils ne devaient pas le déranger parce que le vieil ours vivait dans une solitude consacrée entièrement à la méditation. Mais ils pensaient qu’il devait être informé d’un tel événement. Et en plus il fallait lui présenter le nouveau membre de la tribu !
Ils cueillirent quelques fruits pour les lui offrir et ils se dirigèrent tranquillement vers la demeure du sage.
Le chemin avait presque disparu sous l’enchevêtrement de végétation qui avait poussé depuis la dernière fois qu’ils étaient venus lui rendre visite. Ils se demandaient s’il serait encore vivant après tant d’années mais ils ne s’imaginaient pas le monde sans pouvoir compter sur les conseils et la sagesse du vieil ours.
Le silence autour de la Grande Grotte était total. Même les oiseaux se taisaient quand ils volaient au-dessus de la clairière car tous dans la forêt connaissaient et respectaient le grand ours sage. Les ours pénétrèrent lentement dans la grotte et attendirent afin de s’habituer à l’obscurité quasi-totale qui y régnait. On n’entendait pas le moindre bruit.
Tout à coup une voix puissante et claire les fit sursauter :
-Qu’est-ce qui vous amène à nouveau par ici ?
Peu à peu ils virent s’approcher une forme très blanche et énorme qui venait du fond de la grotte. Le grand ours alla jusqu’à eux d’un pas énergique et sans vaciller. Il se planta devant Nouchka, attendant la réponse. Nouchka se rendit compte que ses yeux aussi étaient blancs, comme le reste de son corps. Obishia était aveugle ! et cependant, malgré son âge, il semblait avoir la vigueur d’un jeune ours.
- Bonjour petit ! Bienvenu dans notre forêt.
Nouchka était sans voix. Il voulut répondre avec son audace habituelle mais il ne réussit qu’à bredouiller un « merci » quasi inaudible.
Alish avança et raconta à Obisihia tout ce qui était arrivé, son inquiétude au sujet des changements climatiques qui avaient eu lieu dernièrement et son soulagement quant à ce qui semblait être la solution aux problèmes de l’eau.
Alors Obishia prit la parole :
- Je sais ce qui est arrivé. Vous ne devez pas vous inquiéter. Ce ne sont là que des changements qui arrivent de temps à autre. Si cela se reproduit vous n’aurez qu’à vous déplacer plus au nord, vers la Grande forêt Verte. Là-bas il y a des lacs et des rivières, vous vivrez bien. Mais je vais vous raconter une histoire qui se passera dans de nombreuses années. Vous vous ne la verrez pas mais les enfants de vos enfants devront vivre avec et cela leur coutera probablement la vie à eux et à toutes les autres espèces de la planète.
A ces mots, les ours furent saisis d’effroi. Ils savaient qu’Obishia était l’ours le plus sage du monde et que jamais il ne parlait pour ne rien dire. Ils continuèrent à écouter.
- Une nouvelle créature est sur le point de naître, celle-ci au début vous semblera faible et insignifiante mais avec le temps elle deviendra la plus puissante de toutes et elle règnera sur tous les autres animaux. Au début elle vivra en harmonie avec les autres, grâce à ce que la nature lui donnera en abondance. Mais cette créature, qui possède la plus utile des qualités, l’envie de se surpasser, aura aussi le plus pernicieux des défauts : l’éternelle insatisfaction. Et toujours, malgré les progrès, malgré une vie plus confortable, elle désirera davantage. Elle sera insatiable. Et son envie de tout dominer la conduira à s’approprier toute la planète. Tout ce que maintenant nous les créatures nous partageons, sera à elle et elle l’utilisera à sa guise. Elle détruira les forêts, épuisera les mers, contaminera les rivières et l’air. Des millions d’animaux mourront, de nombreuses espèces disparaîtront de la face de la terre pour toujours.
Les ours regardaient bouche bée le vieil ours. Sur leurs joues coulaient des larmes. Nouchka étaient terrorisé de voir pleurer les adultes. Ce que racontait le vieil ours ne pouvait être vrai. Celui-ci continua :
-Bientôt la planète sera si abîmée que leur propre survie sera en danger. Et alors ils commenceront à se rendre compte qu’ils ne pourront pas continuer à se comporter de la même façon. Ils se réuniront, discuteront, réfléchiront sur ce qu’il faudra faire pour sauver ce qui reste du monde. Quelques-uns n’y croiront pas et diront qu’ils ne seront pas près à renoncer à tout, d’autres essayeront de les convaincre qu’il n’y aura pas d’autre solution. Et ainsi le temps passera…
Nouchka ne put attendre davantage et cria :
-Et qu’est-ce qui se passera ? tous les animaux disparaitront ? La planète mourra ?
- Ça, petit Noucka, je ne peux te le dire. Ce n’est pas encore écrit. Tout dépendra si les créatures sensées arrivent à convaincre les autres et que tous agissent de forme commune et avec un même objectif. Peut-être en seront-ils capables. Ils devront prendre une décision. Mais quoiqu’ils décident, ce sera leur responsabilité. Uniquement la leur.
Mais maintenant, chers amis, ne soyez pas tristes. Retournez chez vous et célébrez la vie. Vous êtes innocents et méritez de vivre sans soucis. Oubliez ce que je vous ai raconté et soyez heureux.
Les ours dirent au revoir à leur vieil ami et conseiller et retournèrent tête basse à leur clairière.
Cette nuit-là ils dînèrent en silence. Ensuite ils s’endormirent en essayant d’imaginer ce monde inconcevable que leur avait dépeint l’ours sage. Et ils désirèrent ardemment que les puissantes créatures qui allaient y vivre prennent la bonne décision.

Agua en el desierto / De l’eau dans le désert Pauline Bompas, Floriane Chauvel, Marie Hervoil, y Víctor Pérez

Il était une fois sur le continent le plus pauvre du monde, une petite-fille de huit ans appelée Inaya Elle vivait avec sa mère et son petit frère dans une case en terre, dans un village aux portes du désert le plus aride qu’il soit. Tout autour, on ne voyait que des dunes. La grande ville était bien loin ! Ce jour là, Inaya, se rendit à l’école primaire comme tous les matins pour apprendre à lire et à compter comme tous les enfants de son âge. Mais le soir, elle ne rentra pas directement chez elle. Elle avait envie d’aller voir ce qu’il y avait au-delà des dunes et, malgré l’interdiction de sa maman, elle grimpa au sommet de la première dune. Elle sentit une présence derrière elle, se retourna craintive et fut très étonnée de voir Maalik, un autre petit garçon du village. Ils s’amusèrent à rouler dans le sable et à courir d’une dune à l’autre. Un jeune fennec, intrigué par les cris de joie des enfants, les suivait à distance. Il devait avoir envie de jouer, lui aussi, car il s’ennuyait à mourir tout seul. Il n’était pas comme les autres fennecs : il connaissait le langage des hommes. Les enfants lui demandèrent :
-Veux-tu jouer avec-nous à cache-cache ?
- Oh, oui, je veux bien- répondit-il tout content. Le fennec qui avait un odorat très développé, n’eut pas de mal à les trouver ! Alors, ce fut au tour de Inaya de compter : un, deux ……20 !!! Elle crut apercevoir le fennec et courut dans cette direction, mais non, il n’y avait rien ni personne, que le sable à perte de vue. Elle partit dans une autre direction, mais là non plus, il n’y avait personne ! Mais où étaient donc passés Maalik et leur nouvel ami ? Un vent de sable se levait et recouvrait peu à peu les traces de pas de ses deux amis. Soudain, elle aperçut un vieil homme qui puisait de l’eau dans un puits et remplissait sans peine de grands seaux. Tant d’eau dans le désert ! Comment était-ce possible ? Sa présence ne sembla pas déranger le vieil homme Elle s’approcha de lui : - Monsieur, qui êtes-vous donc ?
2

-C’est vrai ce que l’on dit, tu es spéciale – dit le vieil homme en souriant. -Pourquoi dites-vous ça? Quelqu’un vous a-t-il parlé de moi?
- Pourquoi est-ce que je dis ça? Je ne pense pas que ce soit très normal de rencontrer un vieil homme comme moi en train de tirer de l’eau dans le désert et de lui demander qui il est au lieu de ce qu’il fait ou bien d’où il vient.
Il fit une courte pause; il semblait prendre plaisir à la conversation.
– Et oui, tout le monde parle de toi. -Bon ..., eh bien, que faites-vous ici?-demanda Inaya, ignorant la seconde partie de la réponse.
-Je viens te faire une proposition; je vais te révéler un secret si tu es disposée à oublier la vie que tu connais. Je viens t’ouvrir les yeux.
Cette conversation l’inquiétait de plus en plus. Elle ne comprenait pas quelle force étrange la poussait à attendre les paroles de cet homme. Dans une autre situation, elle aurait fui; mais ce personnage, quoique sinistre, inspirait un immense calme.
D’un claquement de doigts, il fit apparaître autour d’eux une ville énorme. Il n’y avait aucune trace de la misère et de la faim qui régnaient dans la ville natale d’Inaya; cette ville, même en plein désert, semblait être à l’écart, pleine de vitalité et de joie. Le torchis avait été remplacé par le marbre et les dunes par de jolis parcs et des fontaines.
La petite fille était impressionnée par cette vision et elle ne put que balbutier un timide :
- Où suis-je?
-C’est ton village, enfin – rectifia-t-il- une partie que vous ne pouvez pas voir. Nous sommes vos gardiens et toi, tu es l’un d’entre nous.
- Que dois-je faire? Je voudrais aider les miens- s’exclama Inaya avec la fermeté qui la caractérisait.
- Voilà votre problème, petite : si tu restes avec nous, tu ne pourras plus renter chez toi. Nous restons toujours cachés, essayant de vous rendre la vie plus facile, trouvant de l’eau pour vous quand vous avez soif et prenant soin des troupeaux lors des tempêtes de sable. Sans nous, vous ne pourriez pas survivre. - Mais pourquoi êtes-vous si égoïstes? Pourquoi ne nous révélez-vous pas vos secrets pour que nous puissions mieux vivre? - Tu parles d’égoïsme, mesure bien tes paroles, petite– répliqua-il, visiblement en colère.
–Tu ne crois pas que si on vous révélait tout ça, la vie dans le désert serait exactement la même que sur le reste de la planète? Tout le désert se remplirait de gens qui n’ont jamais habité ici et ils trouveraient un moyen de le détruire de la même façon qu’ils ont déjà détruit des bois et des montagnes que l’on croyait indestructibles. -Mais pourquoi moi? Pourquoi maintenant? -Ça a toujours été toi, Inaya, parce que tu es différente. Peu de gens parleraient avec un renard et ne seraient pas surpris de
-Et Maalik? Lui aussi il a parlé avec le renard, il est comme moi! - Non, Inaya, vous ne vous ressemblez pas du tout. C’est ta décision, ton futur, si tu l’acceptes. Le sien est beaucoup plus compliqué, il ne nous appartient pas. Toi tu as le choix – sa voix sembla trembler pour la première fois de toute la conversation, il douta- lui non.
3

- Mais cette décision est difficile à prendre...je ne peux pas choisir...
- Tu es obligée Inaya. Cela pourra changer ta vie si tu choisis ma proposition. Tu pourras oublier la misère, tes anciennes conditions de vie...le désert et tout ce qui va avec!
- Je ne veux pas abandonner ma famille, mes amis...Et Maalik il a du choisir lui?
- Non, Malik est un cas à part, ne fais pas référence à ce jeune homme, ce n'est pas une bonne relation.
- Mais…. pourquoi?
- Ce n'est pas la question...répondit-il soucieux et troublé. Que choisis-tu?
- Je veux d'abord savoir où est Maalik et je veux que vous me disiez la vérité sur ce garçon que j'apprécie. On a beaucoup ri ensemble, on a souvent parlé ; il était gentil.
- Il est peut-être gentil mais je suis mieux que lui. Malik est dans un autre monde, il ne méritait pas celui-là. Toi Inaya, tu es si adorable et si dévouée que tu seras très heureuse ici. Je te propose de passer deux jours avec nous pour découvrir la vie qui t'attend. Tu verras, tu me remercieras car je vais changer ta vie.
- J'accepte de passer deux jours ici mais seulement deux pour le moment...je ne sais pas trop si je veux rester, Monsieur, c'est pour ça.
Le vieil homme la fit entrer dans son monde. Il ouvrit les portes pour laisser apparaître un monde merveilleux. Tout était grandiose et inimaginable pour une petite fille de huit ans. Il y avait plein de couleurs, toutes très vives et les arbres étaient immenses et d'un vert si impressionnant qu'on regardait moins le ciel qui était pourtant très lumineux. Inaya s'avança doucement vers un lac; elle n'en avait jamais vu jusqu'à présent. Son coeur commença à battre de plus en plus vite à la vue de ce lieu magique, et pour la première fois de sa vie, elle plongea ses mains si délicates dans cette eau puis se rafraîchit le visage. Le bonheur se lisait sur son visage, elle respirait la joie de vivre. Mais lorsqu'elle repensait à sa famille, les mêmes mots résonnaient dans sa tête:
- Non je ne peux pas, je ne peux pas les abandonner, ce serait trop égoïste de ma part, eux aussi méritent cette chance de découvrir ce lieu, je ne peux pas...A cet instant le vieil homme réapparut:
-Tu as l'ait bien songeuse, Inaya. As-tu déjà pris ta décision alors qu'un seul jour n'est écoulé?
- Oui effectivement elle est prise.
L'homme impatient répondit:
- Et peux- tu m'en faire-part?
- Eh bien...j'ai décidé de retourner au sein de ma famille car elle a besoin de moi et je ne peux vivre sans elle. C'est à notre peuple de faire face à cette terrible sécheresse et nous devons rester unis pour être plus forts. Je pense qu'il est possible de trouver des solutions pour découvrir de nouveaux points d'eau et cela sans votre aide...L'homme, perplexe prononça quelques mots avant de partir:- Si tel est ton choix...

4
Cuando el anciano estaba ya lejos, muy lejos, Inaya corrió hacia él gritando: -
- ¡Oiga!, ¡oiga!
El anciano se paró y volvió lentamente sobre sus pasos.
- ¿Qué, pequeña? ¿Has cambiado de opinión?
Inaya tomó aliento tras la carrera y, alzándose todo lo que pudo sobre sus pies, le dijo muy seria:
- Usted me engaña, anciano.
- ¿Cómo voy a engañarte, pequeña? ¿Acaso no te he mostrado y has visto con tus propios ojos cómo podía ser tu aldea si vinieses con los guardianes? ¿No has metido tus manos en el lago? ¿No has jugado con el agua durante un día entero? ¿No te queda todavía un poco de humedad en la piel?
- Eso –repuso Inaya- podría habérmelo hecho ver cualquier mago de feria con sus trucos. Usted me engaña.
- ¿Por qué dices que te engaño?
- Me ha dicho que soy de los suyos, uno de los guardianes. Si de verdad fuese uno de los suyos habría podido ayudar a mi madre, evitar que mi padre fuese engullido por la duna del norte; hubiera podido encontrar agua con facilidad, evitar que las cabras muriesen de parto… Y no puedo hacer nada de eso, estoy segura de ello.
- Inaya, pequeña, te juro que no te engaño, que quiero lo mejor para ti y los tuyos. Soy vuestro protector.
- ¡Miente! No sé por qué razón quiere que me quede con usted, pero está claro que si quisiese lo mejor para mí y los míos ya lo habría hecho. Es usted un farsante.
- ¿Cómo podría convencerte de lo contrario? ¿Cómo enseñarte que tu diferencia puede traer la prosperidad y la felicidad a los tuyos si te decides a dar el paso y acompañarnos?
- Inténtelo. Mi decisión está tomada: vuelvo con los míos. Sólo depende de usted probarme que no es un engañabobos. ¡Adiós!
Inaya dio la espalda al anciano y se alejó con celeridad. Cuando no era sino un punto en el horizonte del poniente, el anciano le dio alcance y dijo:
- Inaya, mi pequeña, voy a darte una prueba de que no te miento; voy a concederte una de las infinitas facultades de las que serás poseedora si nos acompañas, si te quedas con nosotros, con los guardianes.
El anciano introdujo una de sus manos en la chilaba y extrajo dos diminutos alfileres: brillantes como la plata, transparentes como el rocío, fríos como el acero. Con la otra mano tomó la barbilla de la niña y alzó la cara hasta enfrentarla con la suya. Cerró suavemente los párpados de Inaya y sin dolor, con la misma delicadeza con la que una aguja es introducida en el agua, atravesó los párpados de la pequeña con los alfileres. En el silencio aplastante de la soledad inmensa del desierto una recitación gutural y siseante envolvió a Inaya en una mortaja de seda. A través de sus párpados cerrados podía ver con mayor claridad, a medida que la recitación avanzaba, manantiales subterráneos, capas freáticas, lagos ocultos en la entraña del desierto.
El anciano terminó la recitación y, con la misma suavidad con que fueron introducidos, retiró de los párpados de la niña los diminutos alfileres.
- ¿Te convences? He aquí el más ínfimo de los poderes que te adornarán si nos acompañas. Con sólo cerrar los párpados podrás ver dónde, con qué profundidad y en qué cantidad hay agua bajo tus pies.
- Gracias –dijo Inaya; me has convencido. Pero me vuelvo con los míos. Mi sitio está en la choza con mi madre y mi hermano, en la aldea con mis amigos…
- Pequeña brujilla –dijo el anciano. Bien se ve que eres de los nuestros. Me has engañado como a un principiante. Vete.
Y se dio la vuelta, caminando hacia el horizonte del oriente. Inaya le siguió con la mirada hasta que le perdió de vista...

… Si hubiesen podido verse las caras habrían comprobado que ambos sonreían.

Versión española por Víctor Pérez

Érase una vez, en el continente más pobre del mundo, una chiquilla de ocho años que se llamaba Inaya. Vivía con su madre y su hermanito en una choza de adobe, en un pueblo en la linde del desierto más árido que pueda imaginarse. Alrededor no se veían más que dunas. ¡La gran ciudad estaba muy lejos! Ese día, Inaya fue a la escuela como todas las mañanas para aprender a leer y a contar como los demás niños de su edad. Pero por la tarde no volvió a su casa directamente. Tenía ganas de ir a ver lo que había más allá de las dunas y, contraviniendo la prohibición de su madre, trepó a la cima de la primera duna. Notó una presencia detrás de ella, se volvió asustada y se quedó asombrada de ver a Maalik, otro chiquillo del pueblo. Se divirtieron dando volteretas por la arena y corriendo de una a otra duna. Un cachorro de zorro del desierto, intrigado por los alegres gritos de los niños, les seguía a una cierta distancia. Debía de tener ganas de jugar también él pues se aburría mortalmente él solo. No era como los otros zorros del desierto: hablaba la lengua de los hombres. Los niños le preguntaron:
-¿Quieres jugar a esconder con nosotros?
-Claro que sí que quiero- respondió muy contento.
Inaya y Maalik le explicaron las reglas del juego: tenía que contar bien alto hasta 20 y mientras tanto los niños tenía que correr para esconderse. El zorro, que tenía el sentido del olfato muy desarrollado, ¡no tuvo ningún problema para encontrarlos! Después le tocó a Inaya contar: un, dos… 20. Corrió en otra dirección pero por allí tampoco había nadie. ¿Dónde se habían metido Maalik y su nuevo amigo? Se levantó un viento de arena que tapaba poco a poco las huellas de sus dos amigos. De repente vio a un anciano que sacaba agua de un pozo y llenaba sin esfuerzo grandes cubos. ¡Tanta agua en el desierto! ¿Cómo era posible? Su presencia no pareció molestar al anciano. Se aproximó a él:
- Oiga, ¿quién es usted?

2
-Es verdad lo que decían, eres especial- dijo el anciano sonriendo.
-¿Por qué dice eso? ¿Alguien le ha hablado de mí?
-¿Que por qué digo eso? No creo que sea lo más normal encontrarse a un viejo como yo sacando agua en el desierto y preguntar quién soy en lugar de qué hago o de dónde vengo.
Hizo una breve pausa, estaba disfrutando de la conversación aparentemente.
– Y sí, todo el mundo habla de ti.
-Bueno…, pues, ¿qué hace usted aquí?- preguntó Inaya obviando la segunda parte de la respuesta.
-Vengo a hacerte una propuesta, a revelarte un secreto, si estás dispuesta a olvidar tu vida tal y como la conoces. A abrirte los ojos.
Esta conversación cada vez la inquietaba más. No entendía qué extraña fuerza la hacía permanecer expectante a las palabras de aquel hombre. En cualquier otra situación ella hubiera huido; pero aquel personaje, aunque siniestro, desprendía una inmensa calma.Y con un chasquido de sus dedos apareció a su alrededor una ciudad enorme. En ella no se apreciaba ni rastro de la miseria y el hambre de la ciudad natal de Inaya: esta villa, aun rodeada de desierto, parecía estar aislada de él, llena de vitalidad y alegría. El adobe había sido sustituido por mármol y las dunas por preciosos parques y fuentes.
La niña estaba impactada por aquella imagen y únicamente pudo balbucear un tímido:
-¿Dónde estoy?
-Es tu pueblo, bueno –rectificó- una parte de él que no podéis ver. Somos vuestros guardianes, y tú, uno de nosotros. -¿Qué tengo que hacer? Yo quiero ayudar a los míos –exclamó Inaya con la decisión que la caracterizaba.
-Aquí viene nuestro problema, pequeña: si te quedas con nosotros no puedes volver a casa. Estamos siempre ocultos, tratando de haceros la vida más fácil, encontrando agua para vosotros cuando tenéis sed y cuidando de los rebaños en las tormentas de arena. Sin nosotros no podríais subsistir. -Pero, ¿por qué sois tan egoístas? ¿Por qué no nos reveláis todos vuestros secretos para que podamos vivir mejor? -¿Egoísmo? Mide bien tus palabras, pequeña- replicó visiblemente enojado.
-¿No crees que si todo os fuese revelado, la vida en el desierto sería exactamente igual que en todo el planeta? Esto se llenaría de gente que jamás ha habitado aquí y que encontraría una manera de destruirlo tal y como han hecho ya con bosques y montañas, aparentemente indestructibles.
-Pero, ¿por qué yo? ¿Por qué ahora? -Siempre has sido tú, Inaya, eres diferente. Poca gente hablaría con un zorro y no se vería sorprendida… -¿Y Maalik? Él también habló con el zorro, ¡él es como yo! -No, Inaya, no os parecéis en nada. Esta es tu decisión, tu futuro, si lo aceptas. El suyo es mucho más complicado, no nos compete a nosotros. Tú tienes opciones - su voz pareció temblar por primera vez en toda la conversación, dudó- él no.

3
- ¡Qué decisión más difícil…! … no puedo elegir…
- Tienes que hacerlo, Inaya. Tu vida podría cambiar si aceptas mi propuesta. Puedes olvidarte de la miseria, de tus antiguas condiciones de vida… del desierto y todo lo que ello implica.
- No quiero abandonar a mi familia y a mis amigos. Y Maalik, ¿él ha tenido que elegir?
- Non, Maalik es caso aparte, no menciones a ese joven, no es una buena relación.
- Pero, … ¿por qué?
- No es cuestión –respondió turbado e inquieto.
-¿Qué eliges tú?
- Primero quiero saber dónde está Maalik y quiero que me cuente la verdad sobre ese chico al que aprecio. Nos hemos reído mucho juntos, hemos hablado mucho; es bueno.
- Quizá, pero soy mucho mejor que él. Malik está en otro mundo, no merecería éste. Tú, Inaya, eres tan adorable y entregada que serías muy feliz aquí. Te propongo que pases dos días entre nosotros para que descubras por ti misma la vida que te espera. Vas a ver cómo me lo agradeces; voy a cambiar tu vida.
- Acepto pasar sólo dos días aquí, de momento… no sé muy bien si voy a quedarme.
El anciano le hizo entrar en su mundo, abrió las puertas para dejar que apareciese un mundo maravilloso. Todo era grandioso e inimaginable para una chiquilla de ocho años. Estaba lleno de colores, todos vivísimos, y los árboles eran inmensos y de un verde tan inverosímil que apenas podía mirarse el cielo que, sin embargo era luminosísimo. Inaya avanzó despacito hacia un lago; jamás había visto algo así. Su corazón empezó a latir cada vez más deprisa viendo este mágico lugar y, por vez primera en su vida, sumergió sus delicadas manos en esa agua refrescándose a continuación la cara.. La felicidad se leía en su rostro, respiraba la alegría de visir. Pero en cuanto volvió a pensar en su familia las mismas palabras sonaban una y otra vez en sui cabeza:
- No, no puedo, no puedo abandonarles, sería demasiado egoísta por mi parte, también ellos se merecen la suerte de descubrir este lugar, no puedo…
En ese instante, el anciano volvió.
- Pareces ensimismada, Inaya. ¿Ya te has decidido aunque sólo hayas pasado un solo día entre nosotros?
- Pues sí, mi decisión está tomada.
El anciano, impaciente, respondió.
- Y podrías comunicármela?
- Pues, mire… he decidido volver con los míos puesto que me necesitan y yo no puedo vivir si ellos. Es cosa de mi pueblo afrontar esta terrible sequía y tenemos que estar unidos para ser más fuertes. Creo firmemente que es posible encontrar soluciones para descubrir nuevos pozos incluso sin su ayuda…
El hombre, perplejo, farfullo algunas palabras antes de irse:
- Si es eso lo que has elegido…

4
Cuando el anciano estaba ya lejos, muy lejos, Inaya corrió hacia él gritando: -
- ¡Oiga!, ¡oiga!
El anciano se paró y volvió lentamente sobre sus pasos.
- ¿Qué, pequeña? ¿Has cambiado de opinión?
Inaya tomó aliento tras la carrera y, alzándose todo lo que pudo sobre sus pies, le dijo muy seria:
- Usted me engaña, anciano.
- ¿Cómo voy a engañarte, pequeña? ¿Acaso no te he mostrado y has visto con tus propios ojos cómo podía ser tu aldea si vinieses con los guardianes? ¿No has metido tus manos en el lago? ¿No has jugado con el agua durante un día entero? ¿No te queda todavía un poco de humedad en la piel?
- Eso –repuso Inaya- podría habérmelo hecho ver cualquier mago de feria con sus trucos. Usted me engaña.
- ¿Por qué dices que te engaño?
- Me ha dicho que soy de los suyos, uno de los guardianes. Si de verdad fuese uno de los suyos habría podido ayudar a mi madre, evitar que mi padre fuese engullido por la duna del norte; hubiera podido encontrar agua con facilidad, evitar que las cabras muriesen de parto… Y no puedo hacer nada de eso, estoy segura de ello.
- Inaya, pequeña, te juro que no te engaño, que quiero lo mejor para ti y los tuyos. Soy vuestro protector.
- ¡Miente! No sé por qué razón quiere que me quede con usted, pero está claro que si quisiese lo mejor para mí y los míos ya lo habría hecho. Es usted un farsante.
- ¿Cómo podría convencerte de lo contrario? ¿Cómo enseñarte que tu diferencia puede traer la prosperidad y la felicidad a los tuyos si te decides a dar el paso y acompañarnos?
- Inténtelo. Mi decisión está tomada: vuelvo con los míos. Sólo depende de usted probarme que no es un engañabobos. ¡Adiós!
Inaya dio la espalda al anciano y se alejó con celeridad. Cuando no era sino un punto en el horizonte del poniente, el anciano le dio alcance y dijo:
- Inaya, mi pequeña, voy a darte una prueba de que no te miento; voy a concederte una de las infinitas facultades de las que serás poseedora si nos acompañas, si te quedas con nosotros, con los guardianes.
El anciano introdujo una de sus manos en la chilaba y extrajo dos diminutos alfileres: brillantes como la plata, transparentes como el rocío, fríos como el acero. Con la otra mano tomó la barbilla de la niña y alzó la cara hasta enfrentarla con la suya. Cerró suavemente los párpados de Inaya y sin dolor, con la misma delicadeza con la que una aguja es introducida en el agua, atravesó los párpados de la pequeña con los alfileres. En el silencio aplastante de la soledad inmensa del desierto una recitación gutural y siseante envolvió a Inaya en una mortaja de seda. A través de sus párpados cerrados podía ver con mayor claridad, a medida que la recitación avanzaba, manantiales subterráneos, capas freáticas, lagos ocultos en la entraña del desierto.
El anciano terminó la recitación y, con la misma suavidad con que fueron introducidos, retiró de los párpados de la niña los diminutos alfileres.
- ¿Te convences? He aquí el más ínfimo de los poderes que te adornarán si nos acompañas. Con sólo cerrar los párpados podrás ver dónde, con qué profundidad y en qué cantidad hay agua bajo tus pies.
- Gracias –dijo Inaya; me has convencido. Pero me vuelvo con los míos. Mi sitio está en la choza con mi madre y mi hermano, en la aldea con mis amigos…
- Pequeña brujilla –dijo el anciano. Bien se ve que eres de los nuestros. Me has engañado como a un principiante. Vete.
Y se dio la vuelta, caminando hacia el horizonte del oriente. Inaya le siguió con la mirada hasta que le perdió de vista...

… Si hubiesen podido verse las caras habrían comprobado que ambos sonreían.

dimanche 16 mai 2010

L'eau disparue / El agua desaparecida

de Catharina Trocheris (204) et Tania Bermejo (1ºBachillerato)





VERSIÓN ESPAÑOLA



1 Érase una vez un caballito de mar llamado Eppo. Pero no era como los demás. Se preocupaba mucho por el futuro del agua, porque era importante para su supervivencia. Sin embargo nadie escuchaba sus advertencias, porque para todo el mundo era normal que siempre hubiera agua. Eppo salía cada día a pasearse en el océano para observar los flujos de agua. Pero una vez, encontró un agujero en el suelo por el que se escapaba el agua. Buscó el origen de esta catástrofe, pero no se atrevía a acercarse demasiado.
-" Tengo que advertir a los habitantes de los mares. Aunque ellos no quieran escucharme, debo intentarlo. Esto es muy importante. ¡Nuestro futuro depende de ello!"
El caballito de mar volvió a su casa. Una vez llegado a la ciudad se puso a preparar su discurso.
Al día siguiente se subió a un podium al lado de la alcaldesa.
-" ¡Queridos amigos, queridos habitantes de Pont sous l'Eau! ¡Ayer descubrí un peligro para nuestra ciudad, un peligro para el océano, para todos los mares!
Se oyó un murmullo de la multitud, pero él continuo sin preocuparse:
-" Tenemos que luchar contra ello. No muy lejos de aquí, detrás del acantilado, hay un agujero en el suelo por donde se escapa el agua. Pronto no tendremos agua y moriremos todos. Por ello, tenemos que reunirnos para luchar contra este gran peligro."
Pero la gente no le creía.
-"Nos sigues mintiendo"- gritó una mujer pez.
-"¡Déjanos en paz! Ese agujero está en tu cabeza"- murmuró un gran cangrejo.
-"El agua no puede irse, está siempre aquí"- contradijo una raya.
Los ciudadanos de Pont sous l'Eau estaban enfadados. Triste y decepcionado, Eppo volvió a casa. Mientras reflexionaba sobre el gran problema, alguien llamó a su puerta. Cansado, se levantó del sofá y abrió. Pero, ¿quién era? Chevalette, una vieja amiga.
-"Hola"-Dijo ella, sonriente.-"Hola - respondió Eppo - Entra"
Puso el agua a hervir y los caballitos de mar tomaron el té juntos.
-"Te he oído hablar hace un momento - explica Chevalette – por eso he venido a verte. Creo que puedo ayudarte"
-"Muchas gracias, eres la mar de maja. Si quieres, puedo enseñarte también el agujero que hay detrás del acantilado. Pero no sé cuáles son las causas ni las catástrofes que puede engendrar..
Los dos amigos fueron juntos y descubrieron que.. ¡el agujero era todavía más ancho!



2 Los dos caballitos de mar, aterrados ante el suceso, se pusieron a inspeccionar el agujero. Al asomarse, pudieron ver que aquel hoyo ¡no tenía fin!
-"Debemos encontrar una solución lo antes posible"- dijo Eppo.
-"¡Tenemos que enseñárselo a todo el mundo y tenemos que hacerlo ya!"- respondió Chevalette.
Ambos caballitos de mar, convocaron otro discurso ante todo el pueblo. Chevalette hablaría esta vez, ya que era una gran exploradora de los mares y tenía más credibilidad.
-"¡Queridos ciudadanos! Yo misma he podido ver el gran peligro que nos acecha. Todos tenéis que verlo. Se encuentra justo detrás del acantilado."
Los habitantes comenzaron a mirarla con temor. Incluso alguno comentó que había notado cierta disminución en la cantidad de agua.
-"Es imposible. No te creo"- Dijo un delfín.-"Vamos todos a verlo, a comprobar que no nos mienten"- contestó un pequeño pulpo.
Seguidos de toda la muchedumbre, los caballitos se dirigían hacia el agujero.Se oyeron gritos, se vieron lágrimas, incluso alguno que otro cayó al suelo desvanecido.
-"¡Lo veis! Siempre os dije la verdad. Ahora que lo habéis visto con vuestros propios ojos, tenemos que buscar un remedio. Debemos hacerlo juntos para llegar a tiempo, antes de que nos quedemos sin agua."En el pueblo se armó un gran revuelo, todos los medios de comunicación avisaban de lo ocurrido, y mostraban imágenes del inmenso agujero. Los arquitectos comenzaron a medirlo, y comprobaron como iba creciendo por momentos.Todos los habitantes se dieron cuenta de la importancia de no malgastar el agua y cuidarla como el más preciado tesoro. Tras pensar varias posibles soluciones, decidieron que uno de ellos debía entrar en el agujero para ver lo que había en el fondo. Un gran tiburón fue el elegido para adentrarse en él. Le ataron una cuerda a la aleta y se sumergió.Pasaron horas y la gente del pueblo empezó a ponerse nerviosa.Decidieron tirar de la cuerda para sacarlo, pero... ¡ya no estaba atado a ella!



3 Y una vez más los habitantes del mar empezaron a murmurar.
-“¿Qué hacemos?”, gritaba alguno presa del pánico. “¡Estamos perdidos!”
-“Calma”, dijo el alcalde, una gran ballena.
Y los policías, peces y delfines, se mezclaron entre la muchedumbre. Poco a poco se calmaron. Pero todavía se oía llorar a la viuda del tiburón.
-“Necesitamos más voluntarios”, prosiguió el alcalde. “Tenemos que enviar a un nuevo grupo al agujero para ver qué pasa allí”
Pero nadie se movió. Incluso la misma señora Tiburón se calmó y únicamente se oía la corriente del mar.
-“¡Voluntarios, voluntarios!”, gritaban las fuerzas del orden. Pero nadie decái nada, nadie se presentaba voluntario.
-“Entonces iré yo. Soy grande y fuerte, soy vuestro alcalde: alcanzaré el fondo y volveré para deciros qué hay que hacer”
Silencio…
Nunca un alcalde de este océano se había puesto en peligro por sus ciudadanos.
-“Si usted muere haré construir un monumento”, prometió un tiburón martillo y
un pez espada lo aprobó. El tiburón sierra y su novia tiburón, que era pintora, hablaban ya de la composición del monumento cuando de repente…
-“¡No!”, gritaron Chevalette y Eppo a la vez. “No se ponga en peligro. Iremos nosotros”
-“Queridos amigos”, respondió la ballena, “sois jóvenes caballitos de mar. Comparad vuestro tamaño con el mío”
Algunos animales grandes se echaron a reír.
-“Al menos deje que le acompañemos”, rogó Eppo. “Aunque no somos muy grandes conocemos bien el mar y sus peligros”
-“Yo soy exploradora”, dijo Chevalette intentando ayudar a su amigo. “Veo cosas peligrosas que pasan desapercibidas para los demás”
-“Sois demasiado jóvenes para morir. Pero de acuerdo”
La muchedumbre se dividió en dos para dejar pasar a los caballitos de mar. Trajeron nuevas cuerdas para atar a los tres héroes antes de descender. Puede que este fuera su último viaje…
Las cuerdas las traía una sepia. Los dos caballitos de mar se cogieron de la mano antes de saltar. La ballena, por su parte, cogió carrerilla y movió su aleta tan fuerte que derribó a casi todos los ciudadanos que estaban reunidos delante del gran agujero negro.
El aspecto de éste seguía siendo misterioso y peligroso.




4 Al principio el viaje transcurría tranquilo. El agujero era profundo y oscuro. Las cuerdas eran demasiado cortas y tuvieron que cortarlas para poder seguir avanzando. Poco a poco, la corriente empezó a hacerse más rápida. El agua les arrastraba a tal velocidad que Eppo y Chevalette se soltaron y se perdieron de vista. De pronto, mareados y agotados, salieron expelidos del tubo y cayeron en lo que parecía la plaza mayor de un pueblo muy parecido al suyo. La ballena estaba en animada cháchara con una tortuga:
-“Y dígame, señora Tortuga, ¿podría indicarnos dónde está el ayuntamiento?, necesitamos hablar con el alcalde”
La tortuga comenzó a temblar.
-“¿Ustedes están aquí por el tubo raro ese que ha hay ahí?”
Los tres héroes se miraron extrañados.
- “¿De qué tubo nos habla?”
-“Miren: la casa del alcalde está a tres corales de aquí, todo recto pasando la lavandería. Él os lo explicará”, prosiguió la tortuga.
Los tres animales llegaron a la casa del alcalde y llamaron a la puerta.
-“¿Quién es y qué quiere?”, preguntó una débil voz.
-“Perdone, señor, necesitamos hablar con el alcalde”
-“Yo soy el alcalde. Pasen”
Se sentaron en un sofá mientras el alcalde Raya les preparaba el té.
-“Díganme, ¿qué quieren?”, preguntó el alcalde Raya.
-“Voy a ser claro como el agua misma. En nuestro pueblo está desapareciendo el agua, y creemos que es culpa de ustedes que nos la roban. Nosotros no podemos aguantar tal disminución. A este ritmo no creo que podamos aguantar más de diez años”, comentó el alcalde Pont sous l’Eau.
El alcalde comenzó a llorar y a temblar.
-“¿Qué le ocurre?”
-“Les contaré la terrible historia. Desde hace algún tiempo, nuestros hijos se ven afectados por un gran mal. No soportan vivir en esta agua tan contaminada. Todo empezó cuando los humanos pusieron “el gran tubo del agua negra”, como lo llamamos en el pueblo. Poco a poco los peces empezamos a enfermar, las epidemias se extendían por la región, las plantas se volvían tóxicas. Entonces decidimos salvar al menos a los más jóvenes: construimos un gran acuario de agua limpia y allí los tenemos a todos. Sentimos haberos robado el agua, pero no había otro remedio”
-“¡Robarnos nuestra agua no es ninguna solución!”, gritó Chevalette.
-“Cálmate, Chevalette, tenemos que ayudarles a encontrar una salida”, contestó Eppo.
-“¡Pues que se vayan de este pueblo podrido!”, soltó indignada.
-“El problema es más grave que eso, Chevalette. Los humanos están contaminando el agua y poco a poco se contaminará todo. Eso también nos afectará a nosotros”, dijo el alcalde.
Chevalette se quedó muda.
-“¡Llévenos a ver el gran tubo contaminante!”
Todos se dirigieron hacia el lugar. El tubo era inmenso y la cantidad de suciedad que salía de él era enorme.
-“De… de… debemos hacer algo”, tartamudeaba Eppo.
Tras darle muchas vueltas, se les ocurrió la idea de poner un tapón que no permitiese la salida de aquello. Se pusieron aletas a la obra y en dos días el tubo estaba taponado. Todos contentos lo celebraron y sus hijos pudieron salir del acuario.
Pero la felicidad no duró mucho. Varios días después, un equipo de buzos humanos apareció en las aguas. Los peces los miraban asustados.
Los humanos aterrorizados al ver el océano lleno de peces muertos y de plantas marchitas decidieron comunicar a todos que aquello no podía continuar, que había que cambiar para parar la extinción.
Así es como los humanos tomaron conciencia de que no podían seguir contaminando de tal manera el mar y disminuyeron la cantidad de desechos que producían.
Los tres héroes y el tiburón regresaron a su pueblecito felices de haber ayudado a los humanos a darse cuenta del error que estaban cometiendo.

VERSION FRANÇAISE

1 Il était une fois un petit hippocampe prénommé Eppo. Mais il n'était pas comme les autres. Il se préoccupait beaucoup de l'avenir de l'eau car elle était importante pour sa survie. Par contre personne n'écoutait ses avertissements car pour tout le monde, il était normal qu'il y ait toujours de l'eau. Eppo sortait tous les jours se promener dans l'océan pour observer les flux d'eau. Mais une fois il trouva un trou dans le sol par lequel l'eau fuyait. Il chercha l'origine de cette catastrophe mais il n'osait pas trop s'approcher. - « Il faut que je prévienne les habitants des mers. Même s'ils ne veulent toujours pas m'écouter il faut que j'essaie. Cela est trop important. Notre avenir en dépend.
Alors le petit hippocampe rentra à la maison. Une fois arrivé en ville, Eppo organisa son discours.
Le lendemain il se mit sur un podium à côté de la mairie.
- « Chers amis, chers habitants de Pont sous l'Eau! Hier j'ai découvert un danger pour notre ville, un danger pour tout l'océan, pour toutes les mers! »
Un murmure de la foule suivi son discours. Mais il continua sans s’en préoccuper :
- « Nous devons lutter contre ça. Pas loin d'ici, derrière la falaise il y a un trou dans le sol et toute l'eau y coule. Bientôt, nous n'aurons plus d'eau et nous mourrons tous. C'est pour cela qu'il faut nous rassembler et tous nous réunir pour combattre ensemble ce danger. »
Mais les gens ne voulaient pas le croire.
-« Tu nous mens encore », cria une femme poisson.
- « Fiche nous la paix! Ce trou est dans ta tête », marmonna un gros crabe.
- « L'eau ne peut pas s'en aller. Elle est toujours là », contredit une raie.
Les citoyens de Pont sous l'Eau étaient en colère.
Triste et déçu Eppo rentra chez lui. Pendant qu'il réfléchissait à ce problème quelqu'un sonna à la porte. Fatigué, il se leva de son fauteuil et ouvrit. Mais qui était-ce? C'était Chevalette, une veille amie.
- -« Bonjour », dit-elle en souriant.-« Bonjour, répondit Eppo, entre. »
Il mit de l'eau à bouillir et les hippocampes burent le thé ensemble.
- -« Je t'ai entendu parler tout à l'heure, expliqua Chevalette, c'est pour ça que je suis venue te voir. Je te crois et je veux bien t'aider. »
-« Merci beaucoup, c'est « phoquement » gentil de ta part. Si tu veux, je peux aussi te montrer le trou derrière la falaise. Mais je ne sais pas quelle en est la cause et quelles catastrophes ça peut engendrer. Alors les deux amis partirent ensemble et découvrirent que le trou s'était encore élargi!

2 Les deux petits hippocampes, terrifiés face à un tel événement, se mirent à inspecter le trou. En se penchant ils se rendirent compte que ce trou était sans fin !
–« Nous devons trouver une solution le plus tôt possible »- dit Eppo.
-« Nous devons le montrer à tout le monde et maintenant ! » - répondit Chevalette.
Les deux hippocampes, organisèrent un autre discours devant tout le village.
Cette fois-ci, c’est Chevalette qui devait parler, puisque c’était une grande exploratrice des mers et elle était plus crédible.
-“Chers citoyens! J’ai pu moi même voir le grand danger qui nous guette. Vous devez tous le voir. Il se trouve juste derrière la falaise.
Les habitants commencèrent à la regarder apeurés. Quelqu’un fit même commenta qu’il avait remarqué une diminution de la quantité d’eau.
-« C’est impossible. Je ne crois pas” dit un dauphin.
-“Allons tous le voir, et nous constaterons qu’ils ne nous mentent pas”. Répondit un petit poulpe.
Suivis de toute la foule, les hippocampes se dirigeaient vers le trou. On entendit des cris, on vit des larmes, quelques-uns même s’évanouirent.
-« Vous le voyez bien, je vous ai toujours dit la vérité. Maintenant que vous l’avez vu de vos propres yeux, nous devons trouver une solution. Nous devons le faire ensemble avant qu’il ne soit trop tard, avant que nous n’ayons plus d’eau »
Dans le village la nouvelle fit grand bruit, tous les moyens de communication parlaient de ce qui se passait, et montraient les images de l’immense trou. Les architectes commencèrent à le mesurer et constatèrent que par moments il s’agrandissait.
Tous les habitants se rendirent compte qu’il était important de ne pas gaspiller l’eau et d’en prendre soin comme le plus précieux des trésors. Après avoir réfléchi à plusieurs solutions possibles, ils décidèrent que l’un d’entre eux devait entrer dans le trou pour voir ce qu’il y avait au fond. Un grand requin fut choisi pour y entrer. On attacha une corde à son aileron et il plongea. Les heures passèrent et les habitants du village commencèrent à s’énerver.
Ils décidèrent de tirer sur la corde pour le sortir, mais…il n’y était plus attaché !


3 Encore une fois tous les habitants de la mer commencèrent à murmurer. - « Quoi faire? » cria quelqu'un pris de panique, « nous sommes perdus! »- « Du calme » dit le maire, une grosse baleine.
Et les policiers, des poissons et dauphins firent un tour dans la foule. On se calmait donc. Mais on entendait encore la veuve du requin pleurer.
- « Nous avons besoin d'autres volontaires » reprit le maire.« Nous allons envoyer un nouveau groupe dans le trou pour voir ce qui s’y passe. »
Mais plus personne ne bougea. Même Madame Requin fut calme et on n'entendait plus que le courant de la mer.
- «Des volontaires, des volontaires! » crièrent les forces de l'ordre.
Mais rien ne se passa, aucun volontaire ne se proposa.
-«C'est donc moi qui vais y aller. Je suis grand et fort, je suis votre maire: Je vais atteindre le fond et revenir pour vous dire ce qu'il faut faire»
Silence...
Jamais un maire de cet océan n’avait osé se mettre en danger pour ses citoyens.
- «Si vous mourrez je vous ferai construire un monument » promit un requin marteau et un poisson-épée l'approuva.
Le requin scie et sa fiancée le requin demoiselle qui était artiste peintre - -discutèrent déjà de la composition du monument quand soudain...
-«Non » crièrent Chevalette et Eppo à la fois, « Ne vous mettez pas en danger. On va y aller. »
-« Mes chers amis » répondit la baleine, « vous êtes de jeunes hippocampes.
Regardez votre taille par rapport à la mienne"
Certains grands animaux se mettèrent à rire.
-« Laissez-nous au moins vous accompagner » pria Eppo. « Même si nous ne sommes pas très grands nous connaissons bien la mer et ses dangers. »
-« Je suis exploratrice » Chevalette tenta d’aider son amie, « je vois des choses dangereuses qui vous paraissent peut-être ordinaires. Monsieur le maire, laissez-nous venir »
-« Vous êtes trop jeunes pour mourir. Mais, d'accord. »
La foule se divisa en deux pour laisser passer les hippocampes. On apporta de nouvelles cordes pour attacher les trois héros avant qu'ils ne descendent, peut-être était-ce là leur dernier voyage…
Les cordes étaient tenues par une seiche. Les deux hippocampes se prirent la main avant de sauter. La baleine par contre prit de l'élan et frétilla de sa nageoire en renversant presque tous les citoyens qui étaient assemblés devant le grand trou noir.
Son aspect était toujours aussi mystérieux et dangereux.

4 Au début, le voyage se déroula tranquillement. Le trou était profond et sombre. Les cordes étaient trop courtes et ils durent les couper pour pouvoir continuer à avancer. Petit à petit, le courant devint plus fort. L’eau les entraînait à une telle vitesse que Eppo et Chevalette se lâchèrent et se perdirent de vue. Brusquement, épuisés et malades, ils furent expulsés du trou et tombèrent à un endroit qui ressemblait à la grand place d’un village tout à fait semblable au leur. La baleine entama une discussion animée avec une tortue :-« Et, dites-moi, dame Tortue, ¿pourriez-vous m’indiquer la Mairie ? Nous avons besoin de parler au maire. »La tortue commença à trembler.-« Vous êtes ici pour ce tuyau bizarre qu’il y a là-bas ? »Les trois héros se regardèrent surpris :-« De quel tuyau vous parlez-nous ? »- « Ecoutez, la maison du maire est tout près d’ici ; vous allez tout droit et passez devant le lavoir. Lui, il vous expliquera. »Les trois animaux arrivèrent chez le maire et frappèrent à la porte.- « Qui est-ce et que voulez-vous ? » demanda une voix fluette.- « Excusez-nous, monsieur, mais nous avons besoin de parler au maire. »- « Je suis le maire. Entrez. »Ils s’assirent sur un fauteuil pendant que le maire, une raie, leur préparaient le té.-« Dites-moi, que voulez-vous ? »-« Je vais être clair, aussi clair que l’eau. Dans notre village, l’eau est en train de disparaître et nous croyons que c’est de votre faute : vous nous volez notre eau. Vous ne pouvons pas accepter que l’eau diminue ainsi. A ce rythme, je ne crois pas que nous puissions tenir plus de dix ans » commenta le maire Pont sous l’Eau. Le maire Raie se mit à pleurer et à trembler.-« Que vous arrive-t-il ? »-« Je vais vous raconter notre terrible histoire. Depuis quelque temps, nos enfants sont affectés par un terrible mal. Tout a commencé quand les humains ont installé « le grand tuyau d’eau noire », comme on l’appelle dans le village. Peu à peu, les poissons ont commencé à tomber malades, les épidémies ont gagné la région, les plantes sont devenues toxiques. Nous avons alors décidé de sauver au moins les jeunes poissons : nous avons construit un grand aquarium d’eau propre et nous les y avons tous mis. Nous sommes désolés de vous avoir volé votre eau mais il n’y avait pas d’autre solution. »-« Nous voler notre eau n’est absolument pas une solution ! » cria Chevalette.« Calme-toi, Chevalette, nous devons les aider à trouver une issue. » répondit Eppo.-« Et bien, qu’ils s’en aillent de ce village pourri ! » s’exclama-t-elle indignée.-« Le problème est plus grave que ça, Chevalette. Les humains sont en train de contaminer l’eau et petit à petit, tout sera pollué. Nous serons également concernés. » dit le maire.Chevalette resta muette.« Conduis-nous à ce grand tuyau polluant ! »Ils se dirigèrent tous vers l’endroit. Le tuyau était immense et la quantité de saleté qui en sortait était énorme.-« Nous…nous …nous devons faire quelquechose » bégaya Eppo.Après avoir beaucoup réfléchi, il leur vint l’idée de mettre un bouchon qui empêcherait que tout cette saleté ne sorte. En s’aidant de leurs nageoires, ils se mirent qu travail et en deux jours, le tuyau fut bouché. Heureux, tous célébrèrent l’événement et leurs enfants purent sortie de l’aquarium. Mais le bonheur ne dura pas longtemps. Quelques jours plus tard, une équipe de plongeurs apparut dans la mer. Les poissons les regardèrent affolés. Les hommes, terrorisés à la vue de l’océan plein de poissons morts et de plantes fanées, décidèrent de dire à tout le monde que tout cela ne pouvait plus durer, qu’il fallait faire quelque-chose pour arrêter l’extinction.C’est ainsi que les hommes prirent conscience qu’ils ne pouvaient pas continuer à polluer ainsi la mer et ils diminuèrent la quantité de déchets qu’ils produisaient.Les trois héros et le requin revinrent au village, heureux d’avoir aider les hommes à se rendre compte de l’erreur qu’ils étaient en train de commettre.